La madre del mellizo Luana: una emisaria argentina de la ideología de género
Gabriela Mansilla es una representante de las Naciones Unidas, que como organismo supranacional exporta la ideología de género a nivel global. Ella la importa al mercado local a través de un producto: la niñez tr4ns, junto con toda la maquinaria de activistas y del gobierno que se dirigen en la misma dirección.
En 2007 esta madre tuvo dos mellizos y “por las genitalidades, los identificaron como varones” señala Infobae. En su libro Yo nena, yo princesa, Luana, la niña que eligió su propio nombre, cuenta que empezó a notar diálogos y situaciones en uno de sus hijos que no terminaba de entender.
Le mostraron a los mellizos películas de Disney y él quería vestirse con faldas, como la madre, y bailar. Mientras su hermano jugaba con trenes y autitos, él jugaba con peluches. A los veinte meses, dice “Yo nena, yo princesa”.
Lo llevaron a distintos profesionales, pediatras, psicólogas infantiles, que no lograban entender qué le pasaba. Una licenciada decidió aplicar un método correctivo y afirmar su masculinidad que producía más llantos y problemas en la casa. Otra psicóloga dijo que no tenía idea de lo que pasaba, pero que sería bueno que lo vieran especialistas en temática de género. Por estos años ya había llegado esta nueva moda, a los oídos de los profesionales de la salud.
Un día una tía les avisa que vean un documental en National Geographic sobre la vida de una nena transgénero en Estados Unidos. De pronto ella descubre un cofre lleno de tesoros que nadie había descubierto: que su niño pudiera sentirse niña librándose así de la idea de un hijo afeminado. La ideología de género ya había metido la cola. Por sobre las teorías de la psicología pediátrica al respecto, la experiencia única e irrepetible de esta madre ratifica la idea de que se puede cambiar de sexo. El valor de la experiencia vivida alcanza el estatus de conocimiento válido aunque fuera sin ningún sustento científico tal como sostiene el pensamiento Woke.
Para esta etapa, el padre ya había tenido idas y vueltas con aceptar el diagnóstico propuesto por su esposa. Finalmente él se separa, deja de encontrarse con sus hijos y se desentiende con la manutención. El relato sigue con sus disputas con el resto de la gente que la rodea:
“Entiendo que era raro ver que de un día para el otro en lugar de salir de la mano de mis dos hijos varones salía de la mano de un nene y de una nena, pero a nadie se le ocurrió pensar que era evidente que algo estaba sucediéndote. Pues no, lo primero que se comentó fue que mamá estaba loca.
–¿Qué le pasa a Gaby que viste a uno de los mellizos de nena? –le preguntaban a tu abuela.
¿En qué cabeza cabe que fuera idea mía? ¿Acaso no te veían? Estabas feliz y si yo te hubiera obligado, hubieran notado que vos no querías, supongo”.
Sus experiencias con quienes no acuerdan con su diagnóstico son relatadas con tono de víctima otorgándole un estatus de superioridad moral: los familiares, las madres del jardín (una le dijo que lo que estaba haciendo podría ser contagioso al resto de los niños), en las tiendas al comprar ropa de niña, con las maestras, las autoridades educativas, los servicios de salud, etc.
La cultura del victimismo, como relatan Campbell y Manning en The rise of victimhood culture, se caracteriza por, ante cualquier afrenta, la necesidad de la intervención de un tercero que los reconozca, apoye y proteja. Así por ejemplo, la CHA (Comunidad Homosexual Argentina) opera para que la escuela acepte a este niño con nombre femenino. La maquinaria activista y esta madre comienzan a trabajar en sintonía por la creación de un producto llamado infancia tr4ns.
CAMBIO REGISTRAL
Con la demora de otorgarle el documento de identidad, su historia aparece en varias notas periodísticas. A partir de su intensa relación con la CHA, que la acompaña y asiste con militantes, asesoría legal y psicológica permanentemente, interviene también el INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo) y la SENAF (Secretaría Nacional de la Niñez, Adolescencia y Familia).
Finalmente en 2013, Luana se convierte en el primer niño tr4ns de seis años en obtener su documento de identidad entregado por el jefe de gabinete del gobierno bonaerense. Se logra así una significativa cobertura periodística con la agenda de los medios de comunicación nacional e internacional.
En una nota periodística Mansilla afirma:
“Seguimos pagando las consecuencias de haber sido la primera mamá y la primera niña trans visibles en el país. No es que no existieran, porque existieron siempre, pero ser las primeras en salir a dar la cara… fue sumamente revolucionario para la época y muy violentas las consecuencias”.
Nunca se ha informado que haya sufrido ella o sus hijos de violencia física, pero solo la expresión contraria a sus ideas, como los evangelistas que fueron a rezar en la puerta de su casa, entre muchas situaciones más, serán calificadas como violentas.
La madre de este niño ya había aparecido en un documental en 2012 y también escribió su primer libro Yo nena, yo princesa, que es un relato en primera persona, hablándole al niño sobre todo lo que debió hacer para cumplir su deseo. ¿Es el deseo de la madre? ¿El del niño? ¿Puede un niño de seis años saberlo?
Su libro se publicó a través de la Universidad Nacional de General Sarmiento en 2014 y es declarado de Interés cultural por el Honorable Senado de la Nación, por el Concejo Deliberante de Merlo, Hurlingham y el partido de Tigre.
Las autoridades académicas valoran positivamente publicarlo a través del sello editorial porque:
1) “se compromete con el derecho a la identidad de género” es decir, la negación de la realidad material, real, objetiva de los sexos biológicos;
2) ”autoriza la voz subjetiva de la madre frente al sufrimiento que le han causado las intervenciones profesionales, normatividades institucionales y regulaciones políticas” porque la sociedad es concebida como un sistema de poder y jerarquías opresoras;
3) “promueve la investigación académica” que es la repetición de los contenidos ideológicos; y
4) “favorece a la formación de los profesionales” como un semillero de reproductores acríticos.
Pero a los dos académicos se les cuela la vieja tradición de las sociedades democráticas:
“... es una forma más de expresar ese firme compromiso en la medida en que nos permite intervenir en el debate público sobre el derecho a la identidad en general y a la identidad de género en particular”
Sin embargo, la Ley de identidad de género sancionada en 2012, no nació de un debate social, y lo menos que habilita es un espacio público para la exposición de ideas y argumentos favoreciendo un diálogo constructivo. La osadía de plantear preguntas sobre esta creencia, es instantáneamente calificada como discurso de odio, intolerante, atrasado, y el resto, que no emite opinión, parece consentir ese comportamiento.
El libro también incluye el prólogo de la CHA, fundada en 1984 por los derechos de los homosexuales contra la represión y los edictos policiales. No obstante, para estos años, ya abraza el homoodio de la ideología de género, entre los mismos miembros de su comunidad.
INFANCIAS LIBRES
La movilización de esta madre por su hijo al que supone que es de sexo femenino, se extiende a todas las áreas posibles. Crea la asociación civil Infancias libres por la cual promueve “la igualdad de derechos de niños, niñas y adolescentes trans, la no discriminación por identidad de género u orientación sexual” (sic).
A partir de su asociación, se coordinan capacitaciones y charlas dentro de la temática tr4nsgénero a profesionales, docentes, estudiantes, recorriendo todo el país y otros países más, en universidades, escuelas, institutos, municipalidades, etc. Igualmente, ella se atribuye el creciente número de niños tr4ns por su trabajo de difusión.
Su asociación colabora expandiendo el mercado publicitario con la necesaria literatura gris, esto es, publicaciones con dudosos criterios científicos. Por ejemplo, elaboró un informe de 2019 sobre las distintas experiencias de todas las infancias y adolescencias trans/travestis que transitaron por su asociación, con 200 encuestas a las madres, padres y responsables de les niñes (sic). Este informe retroalimenta la agenda periodística reproducida por los medios de manera auténtica y legítima.
Sus apariciones públicas, sus notas periodísticas cumplen con todos los ingredientes del mensaje generista: afirmar que los niños tienen la capacidad de decidir quiénes son; ayudar a que otros no discriminen a los niños tr4ns; advertir de los suicidios por el sufrimiento de no ser aceptados, como chantaje emocional hacia los padres.
A partir de su libro salió la película Yo nena, yo princesa en 2021 coproducida por Tronera Producciones y el conglomerado mediático Grupo Octubre de Víctor Santa María. Además es declarada de interés cultural por el Ministerio de Cultura y el de Educación de la Nación. La maquinaria hegemónica de los medios de comunicación, el mundo del espectáculo, los establecimientos educativos y el gobierno nacional funciona más que aceitadamente.
CUERPOS INTACTOS
Recientemente tuvo una entrevista con María O’Donnell y Ernesto Tenenbaum (CNN Español, 3 mayo 2022). Ante la pregunta de O'Donnell sobre los cambios corporales de Luana, ella afirma que su hijo de 14 años, está intacto, y argumenta: “no hace falta modificar el cuerpo para que te respeten” .
Sostiene que el pene de Luana no lo hace varón, que sabe que es una niña trans, de lo que se trata es de respetar esa corporalidad, o sea no hace falta modificar el cuerpo para que a vos te respeten… Lo que se tiene que modificar, es la mirada de la sociedad para con ella.
El periodista Ernesto Tenenbaum, también psicólogo, le pregunta: ¿No crees que ella después, con la entrada a la adolescencia, piense distinto sobre su identidad? A lo que la madre responde: primero, ella no la eligió, no es algo que se elige de lo cual te puedas arrepentir, esto es su sentir, esta es su vivencia personal e individual, ella es Luana con pene, ella es Luana con esta corporalidad, y se construye así… no existe por lo menos en Argentina gente que se haya arrepentido.
Paralelamente al activismo de Gabriela Mansilla, se desarrolla el fenómeno estadounidense del niño Jazz Jennings, pero de manera muy diferente. En el caso de Jazz, desde sus inicios, este niño y toda la familia participa documentando los tratamientos y cirugías, en una serie de reality show llamada I am Jazz, hasta su llegada a la universidad en la actualidad.
Gabriela Mansilla reconoce que se puede utilizar los bloqueadores de la pubertad para que no se afecte la identidad deseada. Los bloqueadores son medicamentos que impiden los cambios normales durante el crecimiento de un niño, por ejemplo la aparición de vello facial, la menstruación, el crecimiento de los senos, etc. Sin embargo, Mansilla admite también, que estos bloqueadores podrían tener efectos secundarios y complicaciones. Ella cita la osteoporosis, problemas cardiovasculares e infertilidad.
No llegaron a preguntar ni María O'Donnell que tiene dos hijas, por lo menos, ni Ernesto Tenembaum, algo evidente sobre nuestra seguridad y privacidad: ¿estás de acuerdo con que varones, estén físicamente intactos o no, hagan uso de los baños y vestuarios exclusivos para mujeres?
FINALMENTE
Yo creo que Mansilla es una imparable mensajera de la ideología de género, publicitando el producto niñez tr4ns. El relato es efectivo para llegar al mayor número de consumidores de esta ficción neoliberal: solo imagina cerebros celestes o rosados, juguetes, vestimentas, corte de cabello y accesorios estereotipadamente asociados con la masculinidad o la feminidad y el mensaje rodará sin inconvenientes.
Hasta ahora, a diferencia del niño Jazz, la voz de su hijo Luana, pretendiendo ser mujer, nunca se ha leído u oído. Pero sí se conoce el impulso y la movilización de la madre junto con el activismo mancomunado con los otros grupos de interés para expandir la agenda de género siempre homoodiante y misógina.
Aldiafem es una newsletter por la defensa de los derechos de las mujeres y los niños.