Tucuman’t
Segundo juicio por el crimen de Facundo Ferreira. Llega el 3er Malón de la Paz a CABA. Se cumplen 5 años de la desaparición de Santiago Maldonado. Un nuevo juicio en el caso Lucas González.
Empezó el segundo juicio por el crimen de Facundo Ferreira, un nene de doce años que fue asesinado por la policía de Tucumán en 2018. En el primer juicio, dos oficiales habían sido condenados a perpetua por homicidio agravado pero la Corte Suprema de la provincia revocó la sentencia. Veamos qué fue lo que pasó.
Tucuman’t
Ayer empezó en Tucumán el segundo juicio por el crimen de Facundo Ferreira, un niño de doce años que fue asesinado por la policía en marzo de 2018. En el primer juicio, el tribunal condenó a prisión perpetua a los oficiales Mauro Díaz Cáceres y Nicolás González Montes de Oca por homicidio agravado por el uso excesivo de la fuerza. Sin embargo, en febrero de este año la Corte Suprema de Justicia de Tucumán anuló la sentencia y ordenó que se realizara un nuevo juicio. La Secretaría de Derechos Humanos de la Nación cuestionó el fallo de la Corte: "Repudiamos estas dos decisiones [en referencia a que unos meses antes la Corte tucumana había revocado la condena a otro policía en un caso de violencia institucional] que dejan impunes graves violaciones a los derechos humanos y que podrían acarrearle responsabilidad internacional al Estado argentino".
¿Cuál fue el motivo de la Corte de Tucumán para anular la sentencia? Según el presidente del alto tribunal, Daniel Leiva, no se habían evaluado ciertas pruebas que, según el abogado de la familia de Facundo, Carlos Garmendia, “podían servir a la hipótesis de la defensa”. Se refiere, concretamente, a la hipótesis del enfrentamiento.
Garmendia sostuvo que esa hipótesis plantea un razonamiento falso ya que, por un lado, los testimonios que la Corte dice que no se analizaron sí lo fueron, y que asimismo “hay un informe balístico, los testigos que escucharon disparos y los videos que muestran que desde la moto donde iba Facundo no se devolvió ningún disparo. Todas esas pruebas están acreditadas. Y los restos de disparos corresponden a las armas de estos dos policías asesinos”.
Según Garmendia, la decisión de la Corte es “meramente política” y responde a la presión que ejerce un sector de la policía sobre el Poder Judicial: “Son ciertos sectores de la policía extremadamente corruptos y violentos que ejercen presión también sobre el Ejecutivo, ante todo por cuestiones salariales” y que “dicen que cuando ellos actúan nadie los defiende, principalmente refiriéndose a los casos de gatillo fácil”.
Y acá me permito un disclaimer, porque mientras escribía la edición de hoy se me presentó una contradicción o tal vez simplemente una pregunta que, como ya estamos un poco en confianza, arrojo para compartir con ustedes. Pienso que cada caso debe analizarse de manera particular y, suponiendo que le damos la derecha (no pun intended) a la Corte tucumana, si faltó analizar pruebas para condenar a alguien a prisión perpetua me parece coherente que se realice un nuevo juicio. Ahora, la contradicción o interrogante que me planteo es que todos estos casos particulares son curiosamente muy parecidos entre sí. El ejemplo más reciente fue el intento por parte de los policías que asesinaron a Lucas González de armar la escena para simular un enfrentamiento y con eso evitar la condena por homicidio. No tengo necesariamente una conclusión para esta cadena de pensamientos, pero me parece interesante al menos pensar en que sí, corresponde ver en cada caso concreto qué pasó, pero al mismo tiempo las estrategias que aparecen una y otra vez son extrañamente parecidas. Bueno, sigamos.
El crimen
Según se probó en el primer debate oral, la noche del 8 de marzo de 2018 Díaz Cáceres y González Montes de Oca comenzaron una persecución a una moto conducida por un adolescente de 15 años, quien llevaba a Facundo como pasajero. Los policías nunca dieron la voz de alto y Díaz Cáceres empezó a disparar con balas de goma y con su arma reglamentaria. Una de esas balas impactó en la cabeza de Facundo y terminó con su vida. Al respecto, Díaz Cáceres sostuvo que los disparos “se les fueron de las manos” y que no tiene “la capacidad de entrenamiento para matar a una persona”. Sin embargo, en la investigación se determinó que el oficial disparó cinco veces “injustificadamente y con claras intenciones de provocar la muerte”, mientras que González Montes de Oca —de quien más tarde se comprobó que había consumido marihuana y cocaína— disparó tres veces, también con la intención de matar. Los testigos confirmaron que hasta este momento los menores no habían disparado —lo que contradice, desde ya, la mencionada versión del enfrentamiento que intenta instalar la defensa—.
Ante esta balacera, el menor de quince años disparó dos veces con una pistola que portaba ilegalmente e intentó refugiarse detrás de un contenedor que estaba en la calle. Fue entonces cuando Díaz Cáceres disparó nuevamente: esta vez por la espalda y en dirección a la cabeza de Facundo —recordemos una vez más: un niño de doce años—, lo que horas más tarde le provocó la muerte.
Durante la investigación, la fiscal Adriana Giannoni probó no solo que fue Díaz Cáceres quien disparó de manera fatal a menos de un metro de los menores, sino también que los policías no ayudaron a Facundo para que fuera trasladado al hospital cuando todavía estaba con vida. Además, la fiscal los acusa de haber alterado las pruebas y la escena del crimen para obstaculizar la investigación.
Después del asesinato
Como si el horror no fuera suficiente, cinco meses después del crimen, policías tucumanos persiguieron a un nene que había estado encendiendo unas velas en la gruta de homenaje a Facundo, a metros de su casa. Dos mujeres, entre ellas la tía de Facundo, Rita, cuestionaron a los oficiales y, en respuesta, los policías dispararon: Rita resultó herida de bala y el perro de Facundo murió de un disparo.
Los policías acusados de matar a Facundo no pasaron ni un solo día detenidos por este caso. Por el contrario, Díaz Cáceres siguió prestando servicios en la fuerza —aunque realizando tareas administrativas— y González Montes de Oca también, hasta que fue detenido por robar una cartera. Por ese delito sí está condenado y aún cumple la condena en prisión.
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Agus.
Conclusión, para la justicia una cartera vale más que la vida de un niño.