LA BIBLIOTECA, ESA FAMILIA
“Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca” (Borges)
Mi biblioteca es el mueble favorito de mi casa. Es una sencilla librería de pladur que diseñé para dar cabida a la familia de los libros que ya tenía y a los venideros, mis nietos y bisnietos literarios. Mi otra familia, la preside hecha en plastilina. Estos días la estoy ordenando, pues la pinté de verde carruaje- un color que me encanta- no hace mucho y el pintor después, me los colocó desordenados y con los lomos al revés. Que no le gustaba la lectura, vaya.
El padre literario y guardián de mis libros es Stefan Zweig, Con él empezaron mis lecturas adultas, me pasaba 24 horas en la vida de una mujer, leyendo sin piedad peligrosa momentos estelares de la humanidad.
Mi biblioteca tiene un orden con guiños traviesos. Están juntos Vargas-Llosa y García Márquez, si en la vida estaban peleados, en mis estantes se tienen que soportar lomo con lomo. La tía Julia y el escribidor deberán amarse en tiempos de cólera. Lo mismo que Roberto Bolaño, que tiene que aguantar vivir en esta casa de los espíritus pegado a Isabel Allende. Es el realismo mágico de mi biblioteca. Algunas biografías de reinas de España duermen flanqueadas por poetas republicanos. Las dos Españas conciliadas. Las brechas generacionales no existen, tengo a unas deliciosas autoras veinteañeras, Inma y Eloísa, junto a una casi setentañera, Siri Hustvedt, para las jóvenes será un recuerdo del futuro y la madura filosofará, y tendrá un amigo gratis. Y como romántica que soy, y lo que me gustan los matrimonios que se llevan bien, Siri tiene al otro lado a su marido Paul Auster y como me da un poco de miedo la mirada de él, tan intensa, tiene de compi a mi “casi prima”, Rosa Montero, idea que me tranquiliza mucho. A pesar de que estar cuerdas es un peligro. Como en todas las familias, hay vergüenzas, claro y escondo regalos sorprendentes con malas elecciones juveniles, incluso de la madurez y es que nunca se termina de aprender. Y, menos mal. 50 sombras de Grey está pegado a Corín y Holt, en una especie de compensación.
Cuando se me muere a un autor, busco que me ha dejado en herencia, además de su obra, abro un libro suyo por una página cualquiera. Y Javier Marías, que se fue hace unos días, al abrir su “Berta Isla” por la página 155 me ha “dicho”: “Tu eres lo único que de verdad es mío, lo único que sé que he querido yo”. Impresionante. Mi biblioteca está viva. Y él y ellos, para siempre.
“Mis familias y yo en mi biblioteca”
Qué buena la dedicatoria de Javier Marías. 👏 Mis mudanzas y mi pasión por compartir, hacen que mi biblioteca sea mucho más ligera "visualmente". También porque me cuesta encontrar autores/as que me seduzcan y no me engañen. Una vez que has aprendido las Artes de la escritura miras con lupa jeje. Y dejas de leer mucho. Eso sí cuando encuentras un filón adelante con toda la veta. Te felicito por poseer tan importante librería. Un día podrías hacer "mi rincón de lectura" y que debatamos libremente. Yo llevaría bizcocho jeje.
Si en vez de al azar, llegas a buscar con intención una frase de Javier Marías más oportuna, ¡no la encuentras!
Me encantaría ojear (y también hojear) tu biblioteca verde. ¡Un abrazo fuerte!