Llegar hasta Gascón
Las luces del verano, las frutillas y Nirvana. La banda de sonido de las cosas que nos pasaron.
Lunes
Feriado: trabajo mientras mi hija come frutillas. Mi cerebro funciona en tres planos: uno enfocado en el laburo, otro en la custodia de mi hija, y eso incluye, en orden aleatorio y no de prioridades, que no se caiga del sillón, que no manche el sillón, que no se atragante, y un tercer plano que me dice que hay que comprar frutillas, otro medio kilo, porque ya no hay más, y que las frutillas ricas las tenía el verdulero de la vuelta, no el que le compramos siempre el resto de la verdura. Se me mezclan también los precios: no sé si era 500 pesos el cuarto o el medio kilo.
Trabajo, familia y proveeduría. Nociones aproximadas de verdad.
Martes
6.22 am estoy sentado en el inodoro haciendo pis y descubro que la luz del sol genera a esa hora un efecto extraño: es como si estuviera la luz prendida. Es decir, la luz solar del martes 21 de noviembre a las 6.22 se asemeja a la luz artificial. Pero la pregunta que me viene inmediatamente después es a qué hora se va a producir este mismo efecto los días siguientes. Y para los días anteriores también vale la pregunta, tiene que haber sido un poco más tarde.
Un momento exacto de la mañana, cuando todos duermen, yo estoy pensando en eso.
Y también que tengo que escribir todo esto ahora porque sino me lo voy a olvidar, como pasa con los sueños. No es lo mismo lo que se recuerda ni bien uno se despierta que lo que se puede evocar algunas horas después, al mediodía, por ejemplo. Restos diurnos.
Entonces bajo las escaleras para ir por el teléfono, y me da hambre (¿o ya tenía hambre y no lo sabía porque estaba durmiendo?), me como una tostada con queso Port Salut.
Qué nombre extraño el de este queso, Port Salut, siempre lo pienso pero es justo hoy que me decido a googlear en el teléfono, ya estoy completamente activo aunque solo me había despertado para mear. Ya sé que el queso lleva ese nombre en honor a unos monjes de la Abadía de Port Salut, en Francia, desde luego. Un pueblito hermoso para recorrer con el tipito de Google maps, parece que algo fresco, al sureste de Francia, entre Paris y Nantes, un poco a ojo.
Algo quedó en el camino, entre ese madrugón inesperado y esto que llega a la escritura.
Una idea: me gustaría despertarme bien temprano, con el sol, hacer deporte, arrancar el día así.
Miércoles
Estoy leyendo poco, muy poco, pero estoy viendo películas. La semana pasada vi Cambio Cambio, esta semana “Un pájaro azul”.
Es la historia de una pareja que busca tener un hijo, pero en el camino el protagonista deja embarazada a otra mujer. La pareja se acaba de mudar a una casa hermosa (ahí donde vuela un pájaro azul), pero de repente todo entra en un stand by, la mudanza, el hijo que buscan, la relación.
Pero la trama sigue porque hay también otras microrrelaciones muy interesante, del protagonista con su padre (un gran Norman Briski), el protagonista con sus compañeros de laburo, con una jefa que viene de España para echarlos a todos, con los restos de su relación quebrada (con la hermosísima Julieta Zylberberg, que lo reta, lo increpa, se defrauda “no tenés 7 años”, le dice en un momento). Hay también una canción hermosa de Rosario Bléfari (“Me distraen sin remedio tus labios / Que se abren y se cierran / Y se abren / Y no hay nada más”).
Me gustó en particular una escena con la jefa “mala”, algo que me pasó muchas veces, una relación que te sorprende, cuando alguien no es cómo te habían advertido. La posibilidad de ver las cosas de otro modo. Es una escena conmovedora en la que él le termina hablando de su madre.
Jueves
En el bar, con mis hijos, quedo en una pegado a la ventana. Afuera, en una mesa vidrio de por medio pero como un cuarto integrante de mi familia, un hombre fuma un cigarrillo y lee un expediente. Sin mucho esfuerzo leo que dice Expediente Secreto y tiene un sello de la SIDE.
Trato de buscar alguna otra cosa, un apellido, algo, pero no llego a leer nada. Me intimida que él pueda verme en esa situación de estar leyendo algo de lo que está escrito. Sería más audaz si dijera otra cosa. Pero él no parece preocupado, como si estuviera haciendo un trabajo rutinario. Quizás lo sea.
Trabajo, familia y algo más.
Después caminamos muy despacio los tres juntos, ya sin el espía a la vista (o al menos eso creo), y vemos con un tipo va levantando los puchos que quedaron en la calle. Beni mira pero no me dice nada. En el bar se dio cuenta de que habían cambiado una chapita de la puerta, un detalle mínimo pero que no pasó inadvertido. El café es como su casa.
Paso por la Rural en colectivo. En las boleterías veo un anuncio que dice Expo Cannabis, que cambia inmediatamente a otro que dice Wild Argentina y después a uno que dice Congreso de Oncología.
Justo venía pensando que fue una buena decisión tomar el colectivo, yo estoy casi todo el tiempo haciendo cálculos de qué es lo que me conviene, no me gusta aferrarme a las rutinas, me gusta cambiar de líneas, o a veces caminar un poco y tomar el subte, o sino hacer un poco en bici y después un colectivo. Pero muchas veces me equivoco y lo que sigue es un reproche interno a ese procedimiento, una exigencia sobre la logística del transporte, sobre las decisiones que tomé y no tomé.
Todo esto lo pienso mientras escucho un disco de Nirvana y me acuerdo de mi adolescencia, toda esa edad de mierda tan solitaria, y que la acompañaba con la furia suicida de Nirvana (o en realidad de Kurt Cobain), pero que a la vez me hacía bien, sentirme menos solo. La banda de sonido de la incomodidad. ¿Qué escuchan los pibes ahora para ayudarse?
Mientras caminaba escuché In Utero, la furia en su punto cúlmine, aunque visto en retrospectiva tiene su lógica, salió seis meses antes de que Cobain se liquidara de un escopetazo. En algún punto es un disco mejor que Nevermind, aunque uno de los solos de guitarra favoritos de mi vida es el de Smells like teen spirit, porque la guitarra hace como un viaje sonoro medio inexplicable, como si se fuera de la furia a un pequeño recreo onírico, un valle musical.
Gracias Kurt.
Viernes
Hay gente que tiene un don. En la radio hacemos una nota con Dolores Solá, cantante de La Chicana. Ella está por teléfono y en un momento dice “perdón, me voy a subir al colectivo” y se sube nomás, como si nada, y el don es este: si lo hiciera otro parecería una falta de respeto, que te cuesta terminar la nota y después tomarte el bondi, llegar 10 minutos tarde a donde estés yendo. Pero el don te permite todo, incluso la gracia de preguntarle al colectivero durante la nota mientras da una respuesta si ese colectivo llega hasta Gascón, lo dice de un modo musical, como si fuera un verso de una canción. Creo que es por ahí, un don que tienen los que hacen música.
Dejamos acá.
Parroquiales para el cierre.
Gracias a los que compraron el libro, se consigue en cadenas Yenny, Cuspide y también en librerías de barrio, Eterna Cadencia, Céspedes, Zivals, Libros del Pasaje, City Bell Libros, Mantra libros (nombro lugares en dónde lo vi). En breve haremos una pequeña presentación.
Suscripciones mensuales, en este link, por Mercado Pago. Hay una de $1000 por mes y otra en la que cada uno puede elegir el monto en este link.
También se puede elegir la colaboración por única vez, vía cafecito. Gracias a todos los que colaboran, recomiendan, escriben, hacen captura y comparten (soy @diegogeddes en Instagram y en Twitter/X). Respondo dudas, sugerencias, preguntas, o cualquier otra cosa si escriben una respuesta a este mismo mail que recibieron.
Nos vemos la semana que viene. Como siempre, me despido con una canción que me gusta, en una versión que no conocía y que busqué especialmente para compartir con ustedes, una manera de sorprenderme yo también.
Qué sería ese documento de la SIDE... No viste nada más?