Hace unos años aparecieron sobres con dinero en los buzones y debajo de las puertas de algunos habitantes de un pueblo de Palencia. Dentro de cada sobre, junto a un billete de 50 euros, una nota con una frase bonita y un corazón dibujado.
Que yo sepa, ha transcurrido el tiempo y nadie sabe quién ha sido el benefactor o benefactora, ni tampoco el criterio que siguió en su día esta especie de Robin Hood castellano para entregar los sobres a unos vecinos sí y a otros no. Lo cierto es que los billetes eran legales y nada impidió que los agraciados se lo gastaran en lo que les viniera en gana.
He fantaseado muchas veces —quién no lo ha hecho— con todo lo que yo haría si dispusiese de una indecente cantidad de dinero. Después de las ensoñaciones con la oportuna orgía de dispendios —no creáis, me costó lo mío, soy pobre hasta para soñar...— llegó el momento de pensar en los demás: mi familia, mis amigos, mi barrio, mi ciudad... ¿A quién podría ayudar, a quién podría ilusionar y, muy relevante también, cómo?
Pero, ahora que está cercana la Navidad, quiero volver a la Tierra para haceros caer en la cuenta de lo que está detrás de un regalo, de un obsequio, de un detalle.
Los Reyes Magos alternativos
Recuerdo de mi infancia que mis hermanos y yo organizamos durante un tiempo, siendo bastante niños, unos Reyes Magos alternativos.
Estos Reyes Magos alternativos consistían en que debíamos comprar regalos a nuestros padres, tíos y abuelos —hasta aquí nada original—, pero solo y exclusivamente con nuestro dinero, siempre sin sobrepasar una cantidad, bastante pequeña, por otro lado, dado que teníamos poco.
La gracia estaba en que en la acción de regalar siempre debíamos ponernos en el lugar del regalado, y nos forzaba a pensar en qué le podía hacer ilusión al otro, qué podría llegarle dentro. Comprenderéis que en este concepto no cabían las impersonales tarjetas regalo ni nada que no nos obligara a arrancar una sonrisa a quien regalábamos por lo original, atinado y/o creativo del obsequio.
Si, encima, nuestro regalos se rodeaban de un halo de misterio, si nuestros regalos eran algo insospechado, la magia de los Reyes Magos alternativos se multiplicaba por mil.
Ahora, ya adulto, me he propuesto hacer algunos regalos —nada extraordinario— a personas que no se lo esperen. Probadlo vosotros y contádmelo después. Dejad, como en ese pueblo de Palencia, un sobre por debajo de la puerta, una nota, un dibujo, un regalo inesperado.
📽 Te recomiendo una serie
La delgada línea azul (Filmin)
Es esta una pequeña joyita de Filmin.
La serie es un retrato casi costumbrista de tres parejas de agentes de policía de Malmö, Suecia. La vida privada y la profesional se confunden y se narran de una forma distinta a la que nos tienen acostumbrados las series policiacas.
Acabas queriendo a sus personajes después de las dos temporadas que tiene la serie.
🈲 #palabrasquemolan
Papalotear
«Papalotear» es un americanismo con distintos significados, dependiendo del país.
Significa «agitar las alas», pero también «andar o vagar sin rumbo o criterio fijo» o, dice el Diccionario de Americanismos, «tontear un hombre con varias mujeres, sin fijarse en ninguna».
🍾 Chimpún: Napoleón: su cadáver y su pene
General, cónsul y emperador, Napoleón era un tipo de una inteligencia y un arrojo indiscutibles. Puso patas arriba a Francia y a media Europa, España incluida, gracias, en buena medida, a la torpeza y la cobardía de Carlos IV y de su hijo, el tonto de Fernando VII.
Cuando Napoleón fue destronado, sufrió dos destierros: uno que pretendió ser «benévolo» en la isla de Elba; el segundo, a la isla de Santa Elena (donde murió), un lugar horrible en el medio de ningún sitio, en el Atlántico.
Pues bien, franceses e ingleses le tenían tanto miedo, incluso muerto, que su tumba en Santa Elena fue custodiada durante casi 20 años tras su muerte para evitar que se hiciera de ese lugar una meca para sus fieles e imitadores. Por cierto, que el médico que dictaminó la muerte de Napoleón y otras personas más hicieron con el cadáver negocio: máscaras funerarias, trocitos del cuerpo e, incluso, la amputación de su pene que, en la actualidad, está en manos —no he podido evitar el doble sentido— de un coleccionista norteamericano.
¡Llega la Navidad! Qué buen momento para regalar libros a familiares y amigos. Échale la culpa a Milli Vanilli es una opción magnífica si te apetece regalar un libro muy chulo de 14 relatos 😉😉😉.
👉🏻 Puedes comprárselo directamente a la editorial la Consentida aquí.
👉🏻 Puedes encargárselo a tu librería, basta que le des los datos principales: Juan F. Plaza, Echale la culpa a Milli Vanilli, editorial La Consentida.
Y hasta aquí Escribir para no odiar. ¡Nos leemos el próximo sábado!
«El odio es la cólera de los débiles».