Mis queridos cuatro lectores. Primero que nada les quiero pedir una disculpa por no haberles hecho llegar como de costumbre, esta columna el día Lunes. Me permití no ser tan duro esta semana con mi agenda; ya que ayer fue mi cumpleaños y además Jimena y yo estamos jugando a ser papás.
Estamos de visita en La Jolla, California; cuidando a mis primas, mientras sus papás están de viaje. Han sido días padrísimos, pero no les voy a mentir…estoy exhausto jaja. Aunque creo que he validado que si tengo madera de papá, tengo mucho que mejorar con mis horarios de sueño y las madrugadas. Sin duda un excelente entrenamiento para la llegada de Juan José.
Soy el papá adoptivo más feliz. Ayudándole a una de mis primas con sus tareas de Science (poder explicarle su proyecto de microbiota de 6to de primaria, hizo que valiera toda la pena mi carrera de medicina), caminar saliendo de la escuela cargando la mochila de una de ellas, rezar en el coche en las mañanas…pfff con decirles que cuando las dejo en la mañana en la escuela, hasta me da nostalgia como si fueran mis hijas.
Dentro de mis tareas domésticas, entre una junta de trabajo virtual y la siguiente, soy el encargado de pasear a Ramona. Una Golden Retriever de casi 5 años que acapara todas las miradas cuando camina por la calle. Todo es risas y gozo mientras que la gente se acerca a decirte: que está preciosa, que que linda, preguntar ¿cuántos años tiene? Pero pierde un poco el encanto cuando decide que no quiere dar ni un paso más y se aplasta a media calle haciendo berrinche. Eso sí, es todo una maestra del show, nunca lo hace en una calle sin público. Perro irónicamente, como les decía en el newsletter de hace algunas semanas…crecer y cambiar de opinión…puede ser que hasta me estén dando ganas de tener un perro.
Y el otro momento que cualquiera se podría imaginar que no es tan agradable, es cuando descome. Levantar la popó de Ramona, en cualquiera de sus múltiples episodios diarios (un promedio de 4 o 5 al día) …quizás también es un entrenamiento para la llegada de Juanjo.
Hoy, en el evento previamente detallado, a unos 500 o 600 metros de la casa; Valientemente me preparo para tomar una bolsita del huesito de plástico que cuelga de su correa…cuando me llevo la sorpresa, que no queda ni una más.
Ramona, yo, la popó y ni una bolsa en el huesito.
Una pequeña (muy pequeña) parte de mi quería ignorar por una sola vez la dramática situación y huir de la escena del crimen. Ramona cínicamente me jalaba de la correa diciéndome –todos los perros lo hacen, vámonos–. Bueno, no dijo eso, pero me imagino que eso quería decirme con los jaloneos de correa. Por supuesto que no quería dejar ahí el regalo que amablemente Ramona preparó para los vecinos. Quería ir a la casa, surtir el hueso de las bolsitas y volver.
Es impresionante el poder de la mente, lo que les narro fue de verdad un vaivén de pensamientos que invadían mi mente. Iba a volver por la popó…pero me preocupaba que alguien me hubiera visto y creyera que estaba ignorando mi responsabilidad. Así que hice un giro de cabeza, 360° al más puro estilo del exorcista, buscando si había algún testigo en la zona. Y mientras caminaba de regreso a la casa, seguía pensando todos los posibles escenarios en mi imaginación.
–¿Por qué hablamos de popó Juanma?–
Quizás una parte de mi inspiración es la tarea de Science de transplantes fecales y microbiota intestinal del libro de sexto de primaria (les juro que no miento). Mis recuerdos de ciencias en primaria, son Volcanes con sal de uvas picot y colorante rojo para lograr que hiciera erupción.
Pero la verdad es que simplemente fueron llegando a mi mente algunas analogías y reflexiones, hoy que tuve sesión de terapia con mi psicóloga, después de mi caminata con Ramona…así que se las comparto:
Pocas cosas son tan importantes, como las crees cuando estás pensando en ellas.
La verdad es que nadie me estaba viendo cuando caminaba con Ramona. Ni nadie me estaba vigilando cuando fui a la casa y volví. Pero la mente a veces nos puede hacer preocuparnos por escenarios que dejamos crecer en nuestra cabeza. Y puede ser mucho más relevante que mi episodio de hoy. ¿Cuántas veces hacemos o no hacemos cosas, solo por temor a lo que los demás pensarán de mi? Y no por un juicio honesto con nosotros mismos y nuestras conciencias. No le des tanta importancia a la opinión de los demás para aquello que tienes tantas ganas de hacer (especialmente si esas opiniones son imaginarias en tu cabeza).La etiqueta de levantar tu basura.
Recoger nuestra basura en la calle es civismo básico. Sea una envoltura o la popó de Ramona. Por el deber de hacer lo correcto y por respeto a quienes caminen en el parque después de ti. Me parece que la terapia es algo parecido. La satisfacción de trabajar en nuestro crecimiento personal por un lado y la cortesía de limpiar nuestra basura emocional, como regalo a la gente que pueda entrar en nuestro camino. Y como un indicador de madurez.No te apresures en recoger ninguna popó en tu vida.
Me disculpo por usar tantísimas veces la palabra “popó” y la analogía…pero que le vamos a hacer, cuando llega una idea, llega. Al igual que me pasó hoy con Ramona, habrá veces en la que estés frente a un problema que no te sientas capaz de enfrentar en ese momento. Acuérdate que siempre puedes darte tiempo para buscar un refill. De energía, de descanso, de ayuda…o de bolsitas de esas que se guardan en los huesitos de plástico. Ya regresarás después mucho más dueño de la situación.Nunca subestimes el poder de una caminata.
Ramona podría ser la experta para justificar los beneficios que tienen en la digestión. Pero yo te puedo parafrasear los múltiples beneficios que tiene para evitar problemas de presión alta, diabetes y enfermedades cardiacas…pero ad hoc al tema de hoy…en tu salud mental. Siempre me ha gustado caminar. Pero en ocasiones me engaño a mi mismo creyendo que no tengo tiempo en el día. Es impresionante como el compromiso de tener que sacar a Ramona por lo menos dos veces al día, me ha obligado a caminar…y resulta ser el mejor momento para pensar, distraerme del trabajo y sin duda bajar mis niveles de estrés.
Y bueno; al más puro estilo de anuncio de Coca-Cola.
No olvides que caminar 30 minutos al día y sonreír, son parte de tu bienestar.
Que tengan un excelente cierre de semana.
Juanma,
P.D. Los dejo, porque Ramona ya se está comiendo una pieza del rompecabezas que estamos armando con mis primas.