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El oficio de escribir
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El oficio de escribir

de Carmen Matute

Ser escritor y vivir de escribir es un sueño para muchos. Todos los que amamos la escritura o la elegimos como modo de vida, aspiramos a pagar nuestras facturas con nuestras letras. Pero hacerlo es más complicado de lo que parece. Lanzarse sin red al indómito mundo libresco es arriesgado y peligroso, porque escribir es un oficio peligroso. En el enrevesado ecosistema editorial, hay muchos agentes y elementos que terminan impactando en el libro como objeto de consumo; del precio final de un libro, seguramente el autor se lleva un 10% del importe de venta. Esto significa que el libro debe tener unas cifras de ventas muy altas para que sean rentables para el escritor. Y ya no solo desde el punto de vista económico. Escribir puede equipararse a un delito mayor en contextos políticos hostiles; como en el caso de Nicaragua, cuyo actual gobierno despojó de la nacionalidad nicaragüense a pensadores, intelectuales, defensores de los derechos humanos, periodistas y escritores como en el caso de Sergio Ramírez y Gioconda Belli.

Ahora más que nunca comprendemos que la Literatura y el oficio de escritor es un arma eficacísima contra la tiranía de los gobiernos, atrofiados por sus ansias de enriquecimiento opaco y aupados por un sector elitista empresarial voraz, una codiciosa clase religiosa, sedienta de poder y una sombra militar, manipuladora de todos ellos, para mantener su red oscura de relaciones que favorecen sus ambiciosos intereses.

Y es que, para ser escritor, son necesarias algunas habilidades y capacidades. Por mencionar alguna de ellas, este debe ser un lector voraz, vicioso. Un escritor podrá contar con toda clase de detalles cuáles han sido sus lecturas en su infancia, su adolescencia y su vida adulta; las emociones que le provocaron, los sueños en que lo metieron, los mundos que le descubrieron, las pasiones por determinados lugares o personajes que los consumieron por años, a veces en forma obsesiva. Lo cierto es que el solitario vicio de la lectura lo adquiere un escritor en cuanto aprende a deletrear las palabras y se enamora de ellas para siempre.

El escritor debe ser un observador nato, infatigable. Un ser, que por muy atento que esté a sus propios asuntos, no puede dejar de observar con precisión lo que acontece en su entorno. Y no es algo intencional, ni el deseo de meterse en donde no lo llaman, es que siempre está captando sonidos, olores, imágenes, escenas, sabores, datos que algún día su memoria probablemente utilizará en lo que escribe.

Y de un escritor debe destacar su capacidad de asombro, su curiosidad y la imaginación, comparables únicamente a las de un niño. La autenticidad, el desgarre interior, y una permanente confrontación con el mundo que le ha tocado vivir, también son componentes que forman a un escritor. Podría decirse que el oficio de escribir es muy complejo porque si bien involucra el razonamiento, el orden del pensamiento, nace de las más puras e inexplicables profundidades del alma.

Y en la obra El oficio de escribir descubrimos por qué Carmen Matute es la escritora que ha llegado a ser. Esta lectura es una colección de ensayos sobre escritoras y escritores, sobre géneros literarios, artistas de otras disciplinas, sobre la vida, su gozo y su horror, organizados en dos bloques relacionados con las artes y letras y sobre la vida.

Carmen patentiza un evidente y profundo conocimiento de la trayectoria de los autores y de ellos mismos. En estos ensayos que la poeta Carmen Matute ha reunido bajo este título, nos conecta con escritores y artistas guatemaltecos que han dejado una impronta o ejercido influencia directa o indirecta. Comienza su recorrido de la mano de Margarita Carrera, de figura grácil y sonrisa suave como su voz, quien se dio a conocer como poeta en 1951 con Poemas pequeños. En este entretejido de reflexiones, Carmen Matute destaca el quehacer de mujeres que la impresionaron vivamente: Margarita Carrera y Luz Méndez de la Vega, ambas galardonadas con el Premio Nacional de Literatura «Miguel Ángel Asturias», Luz en 1994 y Margarita en 1996.

En el texto «Dos poetas un país, Carmen Matute pondera efusivamente a Gabriela Mistral, cuyos versos conoció de los labios de su maestra cuando tenía 9 años y su entusiasmo creció ante la faceta educadora de la escritora chilena. Enseguida, cuenta su descubrimiento de Neruda, a través de Los versos del Capitán. De la gran cantidad de «locos por las palabras», Carmen Matute se decanta por los cubanos Alejo Carpentier y Guillermo Cabrera Infante, autores ignorados o desconocidos por las nuevas generaciones. También tiene frases de exaltación para Jorge Luis Borges, Jorge Amado, José Lezama Lima, Miguel Ángel Asturias. En este recorrer de Carmen Matute por páginas luminosas, se detiene ante Luis Alfredo Arango, entablando un emotivo diálogo poético.

En su recorrido no podía faltar el entrañable encuentro con Mario René, su hermano, el escritor que demostró que el sentido de la vista no es una condición necesaria para escribir textos de primer orden. Porque la escritura y en general, la literatura, se nutre del alma y de los sentidos y emociones que proporcionan las vivencias y la existencia. Carmen Matute también invita a la lectura de Cosa cordial, el último de los libros de Amable Sánchez Torres, el poeta amigo que, a su juicio, hace de la soledad, la vida, el amor y la muerte el leitmotiv de su poesía.

Las creaciones literarias de Carmen Matute, desde el principio han sido influenciadas por los poetas de La Generación del 27, especialmente por Federico García Lorca. Y el uso de metáfora, como un tamiz suavizador de la dura realidad que a veces arrojan sus textos; la metáfora los suaviza, los cambia.

Esta obra, El oficio de escribir, la autora rinde homenaje y admiración a los autores guatemaltecos y latinoamericanos, a medida que desgrana sus vivencias personales y familiares y perfila, entre líneas, aspectos de su vida, gustos, anhelos de su transitar como escritora. Carmen nos invita a sumergirnos en autores y escritores cuyo oficio, el de escribir, no es más que una suave melodía que nos acompaña en nuestras vidas y la hace más llevadera, especialmente cuando atravesamos momentos difíciles.

Devenir escritor, a veces, viene marcado por los primeros pasos en la vida. En el caso de Carmen Matute, tanto en su centro escolar como en su casa, tuvo un acceso privilegiado a la lectura. Su padre no era un literato, sin embargo, era un autodidacta que tenía una excelente biblioteca y era un lector voraz. Fue así como Carmen Matute aprendió  a leer mucho y a amar los libros, aunque de una manera desordenada. Carmen es una escritora-lectora voraz.

Dedicarse a la literatura no tiene ninguna relación con la vulgar vida cotidiana, sino más bien es un refugio donde ocultarse de lo pedestre, de lo inmediato. Se vive de la literatura, con ella, por ella, y en el caso de quienes la construyen, gracias a ella. El universo paralelo, mágico e inescrutable que se forma entre el creador/a y su obra, constituye una suerte de clímax, de goce supremo, es un universo donde no hay cabida para lo prosaico. Y es justamente ese deleite del alma lo que explica que, a pesar de todo, no se extinga nunca la creación literaria. Como ella misma menciona en su relato, Compañeros de viaje, “he comprobado que, definitivamente , mejor que ver la televisión es pasar algún tiempo sin nada más que hacer que observar el gran zoológico humano que deambula en los aeropuertos, un poco como la deriva[…]. Al final he creído que este podría llegar a ser uno de mis pasatiempos favoritos”. Carmen, además de ser una escritora-lectora voraz, es una observadora nata, infatigable.

La capacidad constante de asombro es fundamental para un escritor, especialmente los poetas. Las cosas que ve o escucha o toca el poeta, son las mismas que las de todo el mundo, pero la mirada de este descubre en ellas algo más, que pasa inadvertido para el resto, y que es lo que acaba apareciendo en el poema. En su relato, La cuidad de las columnas, ella plantea que en todo lugar y época, los escritores, esos seres que parecen esponjas con absoluta vocación de absorberlo todo, apasionados por su entorno, han dedicado incontables páginas a su tierra natal y a sus propias ciudades […] Un lector termina imaginándolas, pensándolas, amándolas como ellos, viéndolas a través de sus ojos en la misma dimensión con que las plasmaron en sus libros o en sus versos para siempre”. Carmen, además de ser una escritora-lectora voraz, una observadora nata, infatigable, es una literata curiosa y creativa.

Carmen Matute es una escritora con cuyas palabras intenta derribar los muros construidos, ladrillo por ladrillo, con las desigualdades que nos separan. Carmen Matute es una poeta cuyo oficio de escribir no es una literatura de pancarta, pero sí una literatura que involucra un compromiso posible y real.

Carmen Matute, ante todo, es un ser humano comprometido, cuyas palabras, cuyos versos, nos muestran el mundo que nos ha tocado vivir y nos ayudan a encontrarle sentido a nuestra propia vida.


Carmen Matute escribió el oficio de escribir y la editorial Cultura la publicó en 2021. Y el escritor guatemalteco Francisco Morales Santos, considerado como uno de los poetas más reconocidos de Guatemala, la prologó.

Carmen Margarita Matute Monzón nació en 1944. Escritora guatemalteca, perteneció al Grupo Editorial RIN-78, un grupo fundado en el año de 1978 por estudiantes universitarios, en su mayoría, de la Universidad Rafael Landívar.​ El grupo publicó autores guatemaltecos, entre ellos a Luz Méndez de la Vega, Dante Liano, Ana María Rodas y Franz Galich. Durante su existencia, el grupo creó colecciones literarias, entre ellas Colección Literatura, Colección Rescate, Colección Texto y Colección Ensayo. En 1990 el grupo fundó la Editorial Palo de Hormigo,​ junto al escritor Juan Fernando Cifuentes, exdirector de la Tipografía Nacional de Guatemala. Carmen Matute trabajó en la sección cultural de la Embajada de los Estados Unidos como especialista en asuntos culturales y escribió artículos que abordaban temas de cine, arte y cultura; han sido publicados en los periódicos nacionales El Imparcial, El Gráfico, Siglo XXI y La Hora.

Entre sus obras publicadas podemos mencionar algunos títulos como El cristo del secuestro, con la co-autoría con Elizabeth Andrade, publicado en 2006, Vida Insobornable, publicado en 2004, En el filo del gozo, publicado en 2002, Casa de piedra y sueño, publicado en 1997, Los designios de Eros, publicado en 1994, Ecos de casa vacía, publicado en 1990, Poeta solo, publicado en 1986 y Círculo Vulnerable, publicado en 1981. Todos estos libros fueron reunidos en Memoria intemporal del fuego, libro publicado en 2013 por Editorial Cultura del Ministerio de Cultura y Deportes. De su producción narrativa, mencionaremos Casa de piedra y sueño, publicado en 1997 y su cuento Muñeca mala, publicada en 2008. Su poesía ha sido traducida al inglés, francés, sueco e italiano y también aparece en antologías publicadas en Inglaterra, España, Francia, Italia, Estados Unidos, Suecia, Colombia, Venezuela, Argentina, Ecuador, Costa Rica y Guatemala.

Entre las distinciones que ha recibido se cuentan: Medalla de la Orden Vicenta Laparra de la Cerda, otorgada por la Asociación Cultural Vicenta Laparra de la Cerda, abril de 2007. Premio único en la rama de cuento de los Juegos Florales Hispanoamericanos de Quetzaltenango, 2006. La Municipalidad de Quetzaltenango junto con la Casa de la Cultura de Occidente le dedicaron el Certamen de Literatura Joven, realizado a nivel nacional en 1996. En 2015 recibió elPremio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias.Carmen Matute es Miembro de Número a la Academia Guatemalteca de la Lengua y Subdirectora de la Asociación de Mujeres Periodistas y Escritoras de Guatemala.


Fuentes consultadas:

  • Matute, Carmen. El oficio de escribir. Guatemala: Editorial cultura, 2021. ISBN: 978-99929-774-60-5.

  • Matute, Carmen (2022). El oficio de escribir. En Narrativa y ensayo. Recuperado de: enlace.

  • Velásquez, Jefferson (2015). Todavía tengo mucho que escribir. En DeGuate.com. Recuperado de: enlace.

  • Ramírez, Raymond (2022). ¿Quién es Carmen Matute? En: Juan Luis Bosch. Recuperado de: enlace.

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