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La ruta de su evasión
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La ruta de su evasión

de Yolanda Oreamuno

Vivimos en una sociedad patriarcal que se resiste a reconocer y respetar los derechos humanos de las mujeres. Y si bien es cierto de que han habido avances sustanciales en materia de igualdad, desarrollo social y adopción de leyes que promueven la equidad, cambiar el pensamiento patriarcal y machista de una sociedad entera es una tarea pendiente.

En 2023, la población total de los países miembros de la unión centroamericana asciende a unos 55 millones de habitantes. De ellos, un poco más del 50% son mujeres. El aumento de la pobreza, junto con la inestabilidad social y política, definen el escenario centroamericano actual. En la pobreza y la inestabilidad vive el 70% de las familias urbanas y rurales de la región: las tres cuartas partes de las familias de Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala, la mitad de las familias de Panamá y una cuarta parte de las familias costarricenses. La mayoría de estas familias viven hacinadas en los asentamientos precarios que conforman el nuevo tejido urbano de las ciudades capitales. O viven dispersas en las zonas rurales más deprimidas. Y en este ámbito, el rural, las mujeres suelen ser jefas de hogar que deben cargar con una doble jornada o triple jornada de trabajo, a nivel laboral con el trabajo agrícola, a nivel familiar con el trabajo doméstico y a nivel comunitario con el trabajo voluntario. A nivel socioeconómico deben enfrentar el peso del sistema patriarcal que se expresa obstaculizándoles el acceso a la salud, al crédito, a capacitaciones, a poseer insumos agrícolas, a ser propietarias de la tierra, por mencionar algunos aspectos. Son todas estas condiciones las que conllevan a generar un proceso de feminización de la pobreza, el cual se refleja de manera más pronunciada en el área rural.

Desde la teoría feminista, el género como categoría de análisis feminista ha sido importante para visibilizar y comprender cómo la existencia de una estructura de dominación patriarcal ha legitimado relaciones de dominación de los hombres hacia las mujeres y de subordinación de las mujeres ante los hombres. Estos enfoques que, para una gran parte de la población genera mucha resistencia, es útil para comprender que mujeres y hombres tejemos nuestras vidas familiares y sociales bajo varios sistemas de dominación, entre los cuales destaca el patriarcado. El patriarcado es un sistema de dominación masculina, que se manifiesta y se institucionaliza por medio del ejercicio del poder de los hombres sobre las mujeres, las niñas y niños, en todas las instituciones que estructuran y organizan la vida de las sociedades.

Y lo cierto es que el patriarcado, con mayor o menor virulencia, sigue siendo aún una cruel realidad en todo el planeta. Tal vez no es tan visible en sociedades con altos niveles de desarrollo, pero es sumamente presente en regiones como la Centroamericana. Una región en la que todavía resuenan mensajes caducos que asocian la biología que define al hombre y la mujer, a sus comportamientos y roles. Estos argumentos tienden a igualar la experiencia de todas las mujeres cuyas consecuencias conllevan a la casi inadvertida cosificación de roles y estereotipos de género. Es una pura construcción histórica, una ideología del poder masculino que se ha impuesto y una nefasta injusticia —una más de tantas— que sigue vigente en estos días.

Y si ha tenido la oportunidad de leer la obra de la escritora costarricense Yolanda Oreamuno, La ruta de su evasión, sabrá a lo que nos referimos.

La trama de la novela cuenta la historia de varios personajes que giran en torno a un círculo familiar cuyo eje se encuentra enlazado por el personaje de Teresa, la matriarca, quien revive en la agonía su vida pasada, al lado de su marido Don Vasco y de sus hijos. Esta familia configura en cierta forma un prototipo de familia patriarcal costarricense, y por extensión, centroamericana.

En casa de la familia Mendoza reinó la devoción materna hasta que Teresa, la madre, es declarada desahuciada por una enfermedad. Su esposo, Vasco, el patriarca cruel y bebedor oculto, es un reloj que mide inclemente los pasos de sus hijos Roberto, Gabriel y Álvaro. Mientras Teresa agoniza en silencio, Vasco espera impasible; los hijos evaden el menosprecio paterno entre amargura, obsesiones románticas y onanismo. La novela arranca en la noche en la que Gabriel, uno de los hijos, sale sin rumbo en busca de su padre. Y a partir de ese momento se desata, en todos, un infierno interior atizado por celos, masoquismo perverso y suicidio.

La ruta de la evasión se construye en 23 capítulos. La trama de cada uno de ellos va girando alrededor de los diferentes personajes. La autora entreteje historias de personajes con hilos narrativos que se entrelazan a partir de la relación de parentesco o la convivencia de los personajes dentro de un espacio limitado (casa).

Su secuencia narrativa no es totalmente lineal, viéndose interrumpida por las reiteradas analepsis, regresiones y el entrecruzamiento de las historias que introduce Teresa. De hecho, Teresa tiene un papel fundamental en la unidad de la obra, ya que, es el hilo conductor, junto a la omnisciente voz narradora.

Este personaje, Teresa, quien con su fracaso de vida, representa el estereotipo de mujer costarricense, y por extensión, centroamericana, sumisa, desprovista de personalidad y marginada, reducida a la frialdad de su marido, incluso durante su juventud, "soportaba paciente, hermética, indiferente, inalterable" por su sueño que era construir una casa para sus hijos.

Don Vasco representa el prototipo masculino, caracterizado por su fuerte y violento carácter. La frialdad rige en su vida y su poder proviene del miedo que genera en ellos. El típico hombre egoísta, sociópata y machista de niveles despóticos que satura el ambiente donde se desenvuelve y a todos aquellos que estén inmersos en el mismo. De hecho, Vasco viene siendo en buena parte el culpable de la corrupción del resto de los personajes, aun y cuando estos muestran ciertos signos esporádicos de humanismo.

Roberto es el primer de los hijos, disciplinado y duro, se casa con Cristina, sin tener sentimientos hacia ella, solo lo hace por cumplir con el honor y sobre el hecho de que ella tendría un hijo e incluso su trata hacía ella era reprochable. Roberto, a pesar de que tiene una cierta tendencia a ser reflexivo y ecuánime, reproduce el patrón de su padre al maltratar a su esposa, Cristina.

Gabriel, entregado a una creciente introversión y que al inicio se le muestra como sentimental, termina convertido en el amante, y de una u otra forma, artefacto de Aurora.

Álvaro es el personaje más opaco y enfermizo. Solitario y encerrado y presa del onanismo, es el menos trascendental de los tres, enfermizo y aislado, ensimismado en su propio mundo al que recurre con tal de escapar del ambiente del hogar.

Esteban tal vez es el único personaje que se sale de ese molde; hombre amable, sereno, recto y empático. Debido, tal vez, a que es un personaje cuyo físico se aleja del modelo normativo del prototipo que proyectan el resto de los personajes masculinos.

Los personajes femeninos, Aurora, de carácter espontáneo, abierto y desenfadado. Cristina, sencilla, sumisa y educada para ser la mujer perfecta en una sociedad de valores. Las mujeres de La ruta de su evasión reflejan mansedumbre, sumisión, falta de identidad, auto-flagelamiento. Son mujeres cuyo carácter y personalidad les han sido arrebatados de antemano, y hacen un esfuerzo consciente por no "estorbar" con sus impertinencias a los hombres. Ellas se comprimen ante ellos sin chistar y, en el caso particular de Aurora es una actitud que ellas aprendieron a asumir desde pequeñas.

Yolanda Oreamuno da forma a las folletinescas historias de vida, hilvanando los acontecimientos divididos en grupos de personajes: habla acerca de Teresa y la relación de Aurora con esta, por otro lado, se dedica a sondear la relación de Aurora con Gabriel, luego la situación entre Teresa, Esteban y Vasco, y así. Todos llevan un peso propio. Una novela que de una u otra forma es autorreferencial, íntima y confesional, donde la autora es también todos los personajes, con sus contradicciones, sus arrebatos y sus necedades. Yolanda escribió a Jorge García Monge que el personaje lo aporta ella en el cuerpo vulgar de Aurora, una mujercita desorbitada que busca el nombre de su padre durante una vida entera, para explicarse las anormalidades de su propio carácter. Recordemos que Yolanda Oreamuno no llegó a conocer a su padre pues este falleció cuando ella aún no había cumplido el año de edad.

En palabras de la escritora guatemalteca, Vania Vargas, sus letras evidencian el oficio de una escritora que observa, siente, reflexiona y cuenta. Su narrativa es, sin embargo, profundamente poética. Lo que sucede, la atraviesa, sin dolor. Su mirada sobre su país, su gente, sus contemporáneos, la escritura y su tiempo es limpia, lúcida. Y en ese ejercicio se plantea ante ella también una necesidad, una manera de ver y entender la vida desde una dimensión lírica en donde cabe el humor, la contemplación, el análisis, la mirada certera, todo, menos la complacencia.

Si bien es cierto que Yolanda caracteriza a los personajes a través de sus actos y decisiones, llama poderosamente la atención la polaridad entre los personajes masculinos y femeninos. Ya que como se plantea dentro de las definiciones características la mujer es representada por el lenguaje del narrador y el pensamiento de los personajes, como un ser de entrega desinteresada. Mientras que lo masculino, es la contraposición, lo negativo y tiene caracterizaciones como ser solos, egoístas y de la razón. Como ella menciona, "ellos rompen y la mujer solo existe para construir esas cosas rotas".

Las características de los personajes masculinos son seres solitarios, fríos y desapegados. Son seres unilaterales, que piensan y no sienten, desprovistos de sentimientos de amor y con la capacidad de destrucción de los seres que residen a su alrededor. Mientras que, en su opuesto, se plantea los márgenes femeninos cargados con un espíritu que se implica por el amor, aunque este no pueda tener admisión dentro de la vida del personaje masculino. Se plantea el amor como una rendición de la mujer, una esclavitud de su espíritu como tal. Es como un sometimiento a la superioridad masculina, patentizado en las narrativas de Don Vasco y Teresa o en las de Gabriel y Aurora.

De los diferentes escenarios narrativos que la escritora desarrolla en la novela, el que más destaca es la casa de don Vasco. La casa, que debería ser el lugar de refugio para una familia, es como una prisión en donde reina el abuso físico y psicológico como el silencio absoluto que debe mantenerse dentro de la misma. Don Vasco es quien domina este espacio, y por ende, domina a quienes viven en ella que son Teresa y sus hijos. La casa se relaciona mucho con lo que acontece, por ejemplo, se menciona que el salón es frío tal como lo es don Vasco y sus hijos. Esta casa asfixia a los hijos de Teresa a tal punto, que hartos de la situación, se marchan.

La obra la Ruta de su evasión es un ejercicio constante de simbolismo en torno a la figura del hogar familiar. La carga metafórica se patentiza en las descripciones que la voz narradora hace del espacio. Este la presenta como un espacio lúgubre, y el cual se puede observar como un reflejo de la personalidad y la relación de los personajes. Existe una relación de similitud entre la casa y el personaje de Teresa, ya que conforme ella iba degradando en salud y se acercaba a la muerte, la casa también lo hacía. De igual forma, la figura del río es otro elemento de constante aparición dentro de la novela. Es el símbolo del agua relacionado con la muerte. "Cuando me decida a morir -divaga Teresa-es porque me habré entregado al río". O como en el caso de Cristina que al morir también se entrega al río. Se patentiza la imagen metafórica de la vida humana que se equipara a un río que avanza, hasta fundirse en el mar, esto es, su muerte.

La ruta de su evasión remite a la búsqueda que emprende el ser humano para evadir la realidad que lo aprisiona dentro de un mundo que limita al personaje; La ruta de su evasión es el camino de unos seres, que intentan escapar de sí mismos y a la vez es el autoanálisis de los personajes, es decir, es un camino inverso del retorno o regreso al yo como tal, al reencuentro consigo mismo.

Los personajes de esta novela están rodeados de aspectos que los comprimen desde su personalidad, convicciones familiares y su entorno y debido a esto tienden a evadirse. Por ejemplo, para Teresa la casa es un elemento de evasión porque se resguarda con la ideología de que todos sus hijos se encuentran en ella, porque mantiene la idea que su vivienda fue construida con gran espacio para que sus hijos convivieran con sus esposas e hijos allí mismos; por ello Teresa mantiene esta idea para no caer en la realidad que su hogar se ha desintegrado porque poco a poco la casa va quedando sola. Con respecto a Don Vasco el alcohol es símbolo de evasión porque por medio de las borracheras le permite olvidar lo que pasa con su familia y liberarse de los problemas. En cuanto a los tres hijos, Álvaro consigue una salida fácil autosatisfaciéndose sexualmente, ya que, remite a un personaje englobado al fracaso. Roberto se escuda de su vida rutinaria de disciplina, buena alimentación y ejercicios. Y Gabriel decide suicidarse, como el camino más efectivo de evasión. Estos tres hijos constantemente se observan en la novela que tienden a abandonar la casa, por lo que la vivienda siempre permaneció vacío, nunca se cumplió con la ideología que tenía su madre, Teresa. Y en el caso de las figuras femeninas, Elena, decidió mentir para evadir la realidad forjando una imagen que ella deseaba que en verdad existiera. Y Aurora se evade en descifrar la realidad por lo que vive engañada creyéndose una verdad que no existe.

Oreamuno, autora de importantes obras dentro de la literatura costarricense contemporánea, a través de su obra La ruta de su evasión, no solo muestra un panorama crítico sobre la Costa Rica de la época, sino que también hace visibles temas sensibles para aquel entonces como la muerte, el honor dentro del patriarcado, o la dicotomía entre hombre y mujer.

La ruta de su evasión es una obra de vanguardia por el empleo de elementos formales y estéticos. Su arquitectura fragmentaria y polifónica se define por contraste de puntos de vista, de planos espacio-temporales, de voces. El tema de la incomunicación, la exclusión y la violencia intrafamiliar y social como crítica al sistema patriarcal también se adelanta a su época.

Esta narrativa es un testimonio honesto, real y crítico del sistema machista, sexista y patriarcal que imperó en la época en que Yolanda Oreamuno vivió y que muy a nuestro pesar, sigue vigente en la realidad centroamericana. Y aunque es una obra escrita a mediados del siglo XX, algunos pasajes de su narrativa nos recuerdan a personas particulares actuales pues no somos ajenos a los caducos valores machistas y patriarcales que asfixian a las protagonistas féminas de esta novela.

Yolanda Oreamuno, en La ruta de su evasión, crea un silente infierno doméstico que es como una enfermedad terminal que acaba con cada uno de los personajes cuyos nombres son los nombres de todos los que tomamos la ruta.

La familia Mendoza nació muerta. Vasco, el padre, es un reloj que mide a todos en palabras, en pasos, en bocados pequeños durante las cenas familiares. Teresa es una columna vencida que sostiene a la familia desde su agonía tardía. En secreto ama a Esteban, amigo de Vasco; Esteban no es un reloj y en su presencia Teresa no está muerta. Es cojo y su deformidad lo humaniza, lo opone a su esposo Vasco. Ni el hijo mayor Roberto, ni Alvaro ni Gabriel la vuelven a la vida.

La casa de los Mendoza también muere junto con Teresa y su misión maternal de detalles. Aurora cuida de ella por amor a Gabriel, pero a sus ojos es una advenediza, una molestia que siente sin pensar. Gabriel necesita conquistar el terreno de Elena, la amada que lo desprecia. Elena que solo piensa y no siente. Al irse Elena, Gabriel desposa a Aurora y un nuevo infierno doméstico se desata. Gabriel ahora es Vasco. Roberto también lo es; su esposa Cristina es una necesidad social, un ornamento reemplazable cuya muerte dando a luz no lo mueve. Álvaro estudia leyes y se toca; cena con su familia y luego se toca; se encierra en su cuarto y se toca hasta vaciarse. Cada uno en La ruta de su evasión se evade de sí mismo, resultando esta la búsqueda de la real identidad.

La historia personal de Yolanda Oreamuno se gestó en un momento histórico de grandes cambios. De esta manera, este devenir queda evidenciado en su literatura, especialmente en esta novela, en la que presenta una visión de lo masculino y femenino. Yolanda Oreamuno se rebeló contra la visión estereotipada de lo femenino impuesta por su época, considerándola indeseable. Tan indeseable como el actual violento y viril esquema social en el que vivimos, basado en la injusticia, la impunidad, la corrupción, el chantaje y, cuando sea necesario, la eliminación del otro. Una realidad actual que aún, hoy día y muy a nuestro pesar, sigue estructurada bajo los preceptos y estereotipos contra los que Yolanda Oreamuno denunció y trató de cambiar con su literatura.


Yolanda Oreamuno Unger escribió La ruta de su evasión y Editorial Cultura la publicó en 2022.

Yolanda Oreamuno Unger nació en 1916 y falleció en 1956. Novelista y ensayista costarricense. Huérfana de padre desde que tenía un año, cursó la segunda enseñanza en el Colegio Superior de Señoritas; siendo estudiante, con el ensayo ¿Qué hora es? ganó una Mención Honorífica en 1933. Además, realizó estudios en Mecanografía y Secretariado. En 1949, gravemente enferma, tuvo que permanecer cuatro meses recluida en un hospital de Washington. En julio de 1956 falleció en México, en casa de la poetisa costarricense Eunice Odio.

Yolanda es una personalidad clave en la novelística femenina costarricense. Es la primera escritora que expone y se rebela contra la situación de la mujer en la sociedad de ese país, en la primera mitad del siglo XX. En muchos de sus escritos plasma la reivindicación de la mujer, caracterizándose por optar el psicoanálisis y el monólogo interior.

La prolífica obra de Yolanda se compone de ensayos, narrativa (novelas perdidas) y artículos literarios publicados en Repertorio Americano. Algunos de los títulos publicados son sus novelas tale como Por tierra firme. Esta obra ha desaparecido. En 1941 la autora envió el mecanuscrito al concurso para escritores iberoamericanos convocado por la editorial Farrar & Rineart. De hecho, ganó el primer lugar junto a otros dos escritores. Sin embargo, la editorial extravió el mecanuscrito y la autora nunca guardó una copia de esta novela. Con La ruta de su evasión, fue ganadora del premio en el concurso Centroamericano de Novela convocado por el Ministerio de Educación Pública de Guatemala en 1948. De sus ensayos, críticas y comentarios, mencionaremos  Para "Revenar", no para Max Jiménez, publicado en 1936, El ambiente tico y los mitos tropicales y  Mi mujer y mi monte, ambos publicados en 1938, Vida y dolores de Juan Varela: un gran cuento sin pretensiones para una "biografía sin importancia", en 1939, Protesta contra el folklore, en 1943 y Max Jiménez y los que están, entre otros ensayos. Otros relatos que forman parte de su producción literaria mencionaremos De su obscura familia, Harry Campbell Pall, Las bodas de Cannan, La tía tenía trenzas, La llave y El caos genésico en la pintura de Abela.


Fuentes de información consultadas:

  • Oreamuno, Yolanda. La ruta de la evasión. Guatemala: Editorial cultura, 2022. ISBN: 978-99929-774-84-1.

  • Literary Somnia (2018). Análisis Literario "La Ruta de su Evasión" En: Literary Somnia (20 de septiembre). Recuperado de: enlace

  • Quirós Bonilla, Rebeca (2007). La mujer, lo femenino y lo arquetípico en la novela la ruta de su evasión de Yolanda Oreamuno. En: Rev. Reflexiones 87 (1): 63-72. Recuperado de: enlace

  • Zapparoli Zecca, Mayra. Núñez Moya, Jairol (2007). El discurso patriarcal en La ruta de su evasión de Yolanda Oreamuno: una lectura de la otredad a través de la polifonía Bajtiniana. En Praxis 60. Recuperado de: enlace

  • Lemus, Leslie (2021). El patriarcado que nos habita. En Plaza pública (6 de marzo). Recuperado de: enlace

  • Reischke, Martin (2016). "La de Guatemala es una sociedad patriarcal". En DW (6 de marzo). Recuperado de: enlace

  • Sistema de la Integración Centroamericana (2023). Nuestra gente. En SICA (6 de marzo). Recuperado de: enlace

  • Colussi, Marcelo (2022). Patriarcado en la sociedad y un análisis histórico de ¿importa el tamaño?. En Plaza Pública (4 de diciembre). Recuperado de: enlace

  • Gómez Grijalva, Dorotea (2023). Transgrediendo los roles de género impuestos en Guatemala. En Cultura Survival (2 de febrero). Recuperado de: enlace

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