Centroamérica entre líneas
Centroamérica entre líneas: un blogcast de libros
Todo personal
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Todo personal

de Yurina Melara

Las democracias de la tríada geográfica denominada "triángulo del norte" de Centroamérica, formada por El Salvador, Guatemala y Honduras están enfermas. El deterioro de la seguridad ciudadana está erosionando la confianza en las instituciones pública, amenazando con desestabilizar sus frágiles sistemas.

Múltiples factores determinan la actual situación de violencia e inseguridad que actualmente enfrenta esta área: el narcotráfico que ha trasladado y aumentado cada vez más sus operaciones a la subregión para evadir los esfuerzos fortalecidos de las policías nacionales de estos países; la cultura de violencia que se instala en todos los ámbitos de las sociedades;  las pandillas juveniles y sus impactos sobre actividades criminales, incluyendo los homicidios y la extorsión.

Como resultado, Honduras, El Salvador y Guatemala cuentan con altas tasas de homicidios intencionales registrados, con el agravante de que - dada la alta impunidad - los responsables de crímenes violentos raramente son llevados ante la justicia. De igual manera, estos tres países cuentan con las tasas más altas de feminicidios nacionales de la región, a medida que más mujeres se convierten en víctimas y victimarias de la violencia del narcotráfico y el crimen organizado.

Como estrategias de respuestas, los gobiernos centroamericanos están mejorando los niveles de coordinación de enfoques, políticas y acciones para hacerle frente a los problemas de seguridad ciudadana, abarcando cuatro dimensiones principales: la prevención, la lucha contra la delincuencia, la rehabilitación social y el fortalecimiento institucional. Las causas de la violencia y sus perpetradores -que incluyen agentes del Estado- son complejas, ya que tanto la criminalidad organizada como las pandillas han sido estructuras que se han sofisticado y fortalecido con el tiempo, contando con capacidades logísticas y estratégicas más fortalecidas que la de los propios Estados.

Y ante las medidas cortoplacistas que están tomando los gobiernos de algunos países del área, viéndose desbordados por esta situación de violencia y seguridad ciudadana, se agrega un nuevo reto en materia de derechos humanos y gobernabilidad democrática. La gobernabilidad que limita garantías constitucionales bajo regímenes de excepción es el modelo normalizado en varias zonas de El Salvador y Honduras. Los gobiernos de ambos países han hecho uso de la fuerza pública, incluida la militarización, para echar a andar políticas de seguridad que les garanticen el control político y territorial. Y aunque es comprensible la toma de estas drásticas decisiones, lesivas para las democracias de estos países, no pueden justificar la pérdida de derechos civiles pues entre otras cosas se está criminalizando la pobreza y la exclusión social.

Durante años, la respuesta estatal ante el flagelo que implica la violencia ha sido la promoción de políticas punitivas de represión conocidas como “mano dura” y no de prevención integral que, por medio de la justicia, logren reducir la impunidad y crear ambientes seguros para la población ni generadoras de desarrollo social. Y los esfuerzos por fortalecer sus operadores de justicia y la profesionalización de las fuerzas de seguridad en cada país, si bien es cierto que ha habido algunos avances, dichos entes siguen estando plagados por corrupción interna y sujetos tanto a los intereses del voraz y elitista empresariado como al caprichoso y oscuro poder político con ansias infinita de control y manipulación.

Los gobiernos del norte de Centroamérica, caracterizados por su frágil institucionalidad y falta de cumplimiento de estándares internacionales de derechos humanos, no han dado respuestas efectivas y sostenibles. En ese contexto, limitar las garantías constitucionales como la libertad de movimiento, el derecho de asociación y al debido proceso ha sido el modelo populista adoptado de manera permanente; una decisión fácil y hasta favorecedora de una clase política que busca acallar cualquier cuestionamiento de sus acciones.

Ante este panorama social, las narrativas de dichos países del norte de Centroamérica no escapan a la lógica de su contexto regional. Los problemas sociales, económicos y culturales se filtran entre las líneas de la narrativa de sus realidades. Toda la conflictividad que se da en esta área con respecto a las dictaduras y a los procesos de resistencia armada, el desencanto de postguerras civiles, la globalización, la violencia, el narcotráfico se convierten en una dinámica de construcción literaria que busca las relecturas y posibles soluciones a estos problemas de la región. Y nace así una novela negra de estilo propio en la región centroamericana, que canaliza no sólo los factores que fagocitan la realidad de esta región sino también planteando una crítica, en ocasiones velada, otras veces sin eufemismos, a los gobiernos de turno incapaces de dar las respuestas que la población necesita de manera urgente.

Sergio Ramírez, escritor y político nicaragüense, y uno de los precursores de la novela negra en Centroamérica, asegura que la novela policial es la nueva novela social latinoamericana. La América latina del siglo XXI es un paisaje muy heterogéneo, muchas veces grotesco, dominado por el fenómeno del tráfico de droga, el enriquecimiento ilícito, la fascinación por el dinero fácil y la ambición por el poder. La novela negra está cada vez más presente en la producción narrativa actual hispanoamericana. Esta está adquiriendo cada vez más rasgos de un género permeable, pues está cobrando más importancia como instrumento de crítica y análisis histórico-político. De hecho, hay quienes hablan incluso de la novela negra como nueva novela social.

El género neopolicial se sirve del estilo del thriller policial clásico y cómo este se construye alrededor de un crimen y la figura de un detective que lo resuelve. Pero Centroamérica lo hace de una manera diferente, ya que el crimen en sí y su resolución no tiene importancia tanto como sí la tiene el contexto en el cual las narrativas se ubican; imaginamos que tiene que ver el hecho de que casi el 90% de los crímenes y delitos quedan impunes en Centroamérica.

Y ejemplo de ello es Todo Personal de la escritora salvadoreña Yurina Melara. Todo personal es una novela negra que toma lugar en El Salvador. Los asesinatos de una mamá y una niña de siete años frente a un colegio en San Salvador, llevará al esposo y padre, Darwin —un expandillero convertido en redentor— a formar una alianza poco común con un investigador de la policía y una periodista. Muy pronto, un trío de personajes entre los que se encuentra Tatiana, una aguerrida periodista, Rodolfo, un investigador - experto forense, una suerte de Sherlock Holmes salvadoreño, solo que sin recursos económicos, sin el ego y con el miedo de ser descubierto por algún miembro de la pandilla de su colonia, y el propio Darwin, comienzan a investigar el trasfondo del incidente, que los lleva a descubrir una trama de corrupción en la que como lectores podemos adivinar referencias a una posible conexión con la vida real de los países de la región centroamericana.

Con ansias de explorar otros formatos narrativos más allá de las notas periodísticas que Yurina realiza como reportera aguerrida de un diario de El Salvador, la escritora canaliza todo su buen hacer de periodismo de investigación, especialmente el relacionado con los nuevos desaparecidos y los cementerios clandestinos de Soyapango en San Salvador, volcando en esta novela una audaz denuncia sobre la exclusión social, la violencia y las pandillas.

Yurina teje una oscura y áspera ficción, basada en la realidad social del pequeño país centroamericano. Ella logra hilvanar una trama de doble asesinato, deseos de venganza y reivindicación, de triángulo amoroso, y personajes del viudo devastado, el expandillero, y, por supuesto, una periodista. Una novela que aferra sus raíces ficcionales en la realidad que, como periodista, la autora pudo vivir en carne propia.

Un joven pandillero salvadoreño que fue deportado de Los Ángeles en la década de los noventa ayuda a disminuir la violencia de las pandillas en su tierra natal. 20 años después, su esposa y su hija son asesinadas. Todo parece indicar que son las pandillas, pero no se sabe qué ha sucedido realmente. La periodista y escritora Yurina Melara inicia esa historia con una entrevista que hizo en San Salvador a un joven deportado quien en realidad fue pandillero. Ella entrevistó a aquel joven pandillero en 1996, siendo este dato la única parte real de la novela; lo demás, como es narrativa, es imaginación y creatividad. Aunque la autora ha confesado que se ha inspirado en su contexto personal para imprimir algunas características en los diferentes personajes, como en el caso de Tatiana, que ella adorna con algunos rasgos de las amigas de la autora, también periodistas, así como con elementos de su propia vida personal.

La propia escritora se inspiró en un personaje de la vida real, uno de los tantos pandilleros que fueron deportados desde Estados Unidos a El Salvador durante la década de los noventa tras pasar toda su joven vida en el norte, en las calles duras de alguna urbe estadounidense y sin apenas tener contacto con su cultura y lenguas originales. Ella recuerda el momento en el que entrevistó al joven recién deportado de Los Ángeles, sin apenas poder hablar español.

Yurina imprime en su narrativa el ritmo acelerado característico tanto de la novela policial como de la crónica periodística. La narración inicia un día 3º de junio a las 6.50 de la mañana y sus cuatro primeros capítulos se desarrollan esa misma mañana hasta las 12.35 del mediodía. A partir del capítulo quinto y hasta el décimo tercero, la autora plantea una línea temporal sobresaltada con algunas analepsis, ofreciendo rastros e indicios sobre el suceso y las vidas de cada uno de los personajes; una historia cuyo desenlace se establece en escasas 5 semanas, aunque esta se ha gestado muchos años antes.

Con esta ficción policíaca, Yurina analiza la realidad nacional salvadoreña desde un punto de vista objetivo y externo. Siguiendo los cánones de la novela policial centroamericana, entendida como la nueva novela social, ella establece una válida y controversial crítica de la situación de excepción. Las líneas ficcionales de su narrativa abordan, desde una perspectiva antropológica, el fenómeno de las maras, planteando esta realidad como fruto de la sociedad actual y producto de las diversas políticas sociales y económicas de sucesivos gobiernos cuyos únicos aportes han sido el encarcelamiento y militarizar la vida civil, sin establecer medidas efectivas que atajen la raíz de la problemática: muchachos dejados a la deriva, desde pequeños, por unos familiares obligados a migrar por la falta de acceso a programas de salud reproductivos, educativos y laborales.

Ante el fenómeno de las pandillas juveniles, Yurina se motivó a escribir la novela para presentar otra alternativa de cómo se puede manejar el tema de las maras y la violencia. Ella considera que lo que hay que evitar es que las pandillas recluten niños; y 70,000 personas encarceladas no es la solución pues las condiciones y factores del problema siguen estando ahí, sin ser atendido: niños y jóvenes sin opciones, sin escuelas, sin acceso a servicios sociales esenciales. Y lo patentiza desde el accionar de Darwin, uno de los personajes protagonistas, y una especie de antihéroe. Él es un expandillero cuyo plan es evitar que más niños caigan en las redes de las padillas. Un pandillero que se redimió mucho antes de que el actual gobierno de El Salvador ordenara encerrar a decenas de miles de pandilleros.

Todo personal, aparte del problema social de las maras, también plantea otros elementos que ayudan a pincelar un retrato de la sociedad salvadoreña, y que podría aplicarse a la centroamericana. Una sociedad, especialmente la clase que cuenta con ciertos privilegios económicos, basada en los prejuicios sociales. La autora hace un ejercicio crítico a través de ciertos personajes que retratan, desde la ficción, una sociedad hostil que rechaza a cualquier individuo que no se aliena a sus estándares sociales o de clase. Tal y como podemos apreciar en el capítulo en el que Tatiana, la reportera, busca alguna pista en el velorio de la esposa asesinada de Darwin. Algunas amigas de la finada dejan latente el rechazo social hacia Darwing por su pasado criminal. A pesar de superarse como expandillero, la sociedad estigmatiza. De hecho, la policía da por sentado que el crimen fue cometido por una pandilla, aunque en el crimen se establecen algunos elementos que terminan de encajar a lo sucedido, como lo es la acertada puntería con la que se hicieron los disparos.

Yurina no sólo patentiza el problema de la violencia de las pandillas y cómo la sociedad estigmatiza a todos aquellos relacionados con esta realidad; una injusta criminalización de la exclusión social y por extensión, de la pobreza. La autora de Todo personal también realza la figura del periodismo de investigación, especialmente el realizado por mujeres periodistas. Ejemplo de ello es cómo la autora perfila a Tatiana, un personaje esencial en el desarrollo narrativo. Tenacidad, disciplina, fiabilidad y el rigor de apegarse siempre a los hechos. Un personaje moldeado desde el terreno afectivo de la autora pues ella misma confiesa que Tatiana representa algunas características de una amiga periodista suya y estamos seguros de que de este personaje también refleja algunas de la misma Yurina.

Todo Personal de Yurina Melara nos acerca al problema de la violencia diaria, las maras o pandillas, la persistencia de la corrupción política y económica y la desigualdad social. Pero también ofrece una visión esperanzadora de la mano de sus personajes que luchan y se esfuerzan por revertir dicha violenta realidad, planteando en su desenlace un futuro diferente para su país, y por extensión para Centroamérica. Esta narrativa pone de manifiesto la complejidad del conflicto entre la justicia salvadoreña y la “justicia divina” que Darwin aborda mientras intenta descubrir la verdad. Una verdad enmarañada en un sistema de justicia injusto, viciado y opaco a merced de concretos intereses políticos y económicos.

Como la propia reportera protagonista deTodo Personal, Tatiana, expresa, “los testigos en el Salvador, tradicionalmente, tienden a desaparecer en circunstancias sospechosas o aparecen muertos”. Una frase que de una u otra forma, describe la impotencia de algunos operadores de justicia de Centroamérica ante la impunidad y el control cada vez mayor del aparato político en los países centroamericanos sobre el sector justicia, el acoso y "criminalización constante" que debilitan la independencia judicial en los países del istmo, agudizada por gobiernos de férreas voluntades antidemocráticas como actualmente sucede en El Salvador, Nicaragua y Guatemala.


Yurina Melara Valiulis escribió Todo personal y Ojo de cuervo la publicó en 2023.

Yurina Melara escribió Todo personal en 2013, pero al descubrir que estaba embarazada de su segundo hijo, simplemente lo engavetó, retomándolo un año y medio después. El proceso de edición conllevó algo más de tiempo, hasta que encontró a Susaba Reyes y a la casa editorial Ojo de Cuervo, que se enfoca principalmente en publicar a mujeres centroamericanas.

Yurina, originaria de San Salvador, El Salvador, es una estratega de comunicación de medios con más de dos décadas de experiencia en periodismo y relaciones públicas en los Estados Unidos. Melara trabajó en Diario El Mundo, en El Salvador, en Wave Community Newspapers, y por más diez años en el diario La Opinión, con base en Los Ángeles. Además, tiene experiencia como productora de noticias y como presentadora de segmentos especiales en diferentes estaciones de televisión en la urbe angelina. Ella es una defensora apasionada de la equidad y la representación en los medios de información. Actualmente, trabaja como Secretaría de Prensa en la oficina de alianzas comunitarias y comunicaciones estratégicas, extensión de la Oficina del Gobernador de California.

La autora viajó dos veces a Estados Unidos; la primera cuando su madre la llevó a Nueva York para huir de la guerra civil que se vivía en ese tiempo en su país. Regresó a su país a estudiar periodismo en la Universidad de El Salvador. Al terminar su carrera, quiso adquirir experiencia internacional y vino a Los Ángeles, a trabajar en medios hispanos. Por más de 10 años fue reportera de La Opinión. Posteriormente tomó la decisión de quedarse en Estados Unidos con su esposo y con sus hijos, pues con la familia ha echado raíces en su nuevo país donde vive la realidad de una familia bicultural.


Fuentes consultadas:

  • Melara, Yurina. Todo personal. San Salvador: Editorial Ojo de Cuervo, 2023. ISBN: 978-99983-968-1-0.

  • Ocaño, Manuel (2023). ‘Todo personal’, de la escritora Yurina Melara En: la opinión (6 de mayo). Recuperado de: enlace.

  • Marrero, Pilar (2023). ‘Todo es personal en la primera novela de periodista salvadoreña-americana Yurina Melara. En: La raza del noroeste 25 de mayo). Recuperado de: enlace.

  • Díaz, Jhoel (2023). ‘La salvadoreña Yurina Melara presentará su novela “Todo personal, la masacre de La Sagrada Familia. En: El mundo (15 de junio). Recuperado de: enlace.

  • Ayer te vi en Babilonia con Yurina Melara (2023). En: Radio tomada (6 de julio). Recuperado de: enlace.

  • Mixco, R. (2023). Salvadoreña posiciona su primer thriller entre lo más vendido de Amazon. En: Elsalvador.com (12 de junio). Recuperado de: enlace.

  • Molina Escalante, Lourdes (2023). La distopía en la que vivimos En: ICEFI (19 de enero). Recuperado de: enlace.

  • Silva Ávalos, Héctor (2023).Regímenes de excepción: ¿El nuevo modelo de seguridad en Centroamérica?En: WOLA (22 de febrero). Recuperado de: enlace.

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