Nada que mostrar, nada para el like
La emancipación de dejar de crear lo que IG dictamina
¡Buenos días y gracias por estar del otro lado! Como todos los miércoles, te hago llegar Notas sobre mi último podcast. En este link podés escucharlo, si aún no lo hiciste. Con Romi abarcamos una diversidad de temas (como suele ocurrirme…), así que me costó bastante determinar qué profundizar en esta newsletter.
Si alguna vez trataste de usar IG de forma profesional, o semi-profesional, te habrás encontrado con un abanico de frustraciones como las que charlamos en el episodio. ¿Cuántas veces sentiste que no importa cuánto te esfuerces por “hacer lo que sirve”, IG no te recompensa? ¿Cuántas veces intentaste (en vano) comprender el famoso algoritmo y hacerlo funcionar a tu favor? Es que la plataforma de Zuckverga Zuckerberg se centra en su propio negocio y ganancias, por más que se llenen la boca afirmando cuánto se preocupan por sus usuarios y por ofrecer un producto ético.
Si tus propios sentimientos de insuficiencia no alcanzasen para convencerte de esta realidad Black Mirror en la que estamos inmersos, hay mucho material disponible sobre los efectos nocivos de las redes sociales en nuestra salud mental. Por supuesto que no podemos negar que las redes también han generado infinidad de beneficios; por ej, conectan gente que de otro modo no se conocería nunca (como nosotras dos 💛). Sin embargo, hace un tiempo que los efectos perjudiciales de las redes sociales se están volviendo cada vez más obvios, más notorios en el cuerpo y en la psiquis. En resumen, no es casual que te sientas como te sentís cuando escroléas sin pensar.
Ansiedad y depresión autodiagnosticadas por TikTok
Pareciera que todas, todos y todes sufrimos de ansiedad y depresión hoy día. Algunos lo sabemos porque nos lo explicó el psiquiatra mientras nos recetaba una pastilla; otros, porque el psicólogo nos ayudó a enfrentarnos con nuestro propio vacío. Pero en esta era de inmediatez y contenido rápido, algunos se autodiagnostican patologías mirando reels o TikToks. Une supueste profesional (¿cómo comprobar las credenciales? ¿A alguien le importan?) baila al compás de la música de moda y señala bloques de texto que indican síntomas.
Si identificás alguno en vos misma, aparentemente es señal inequívoca de que tenés un trastorno. Ahora podés definir tu identidad en base a este “diagnóstico” y tratarte a base de otros Tiktoks, que en este caso te darán “herramientas” para superar tu supuesto problema. Hasta que aparezca un contenido nuevo que te identifique más y cambies tu autodiagnóstico y su correspondiente autotratamiento digital.
La liviandad con la que se manejan términos médicos, la irresponsabilidad de generar cualquier contenido en pos de likes y clicks, y el nulo soporte fuera de la virtualidad que reciben algunes convergen en un cocktail explosivo. Qué conveniente para la plataforma que pienses que te sentís aislado y desconectado por un problema tuyo, INDIVIDUAL. ¡Qué coincidencia que justo te puedan ofrecer la solución!
En este sistema, ¿acaso la de al lado la está pasando bien? ¿O está agotada, colapsada, harta? ¿Soy yo, que estoy en una o, si presto atención, estamos todes en una y cada cual sobrevive como puede? ¿Cómo cambió la percepción que tengo de mí misma y de los demás desde que el acceso a la imagen está mediatizado por la pantalla?
Hoy en día, la ciencia ya nos confirmó que las redes generan la depresión y ansiedad que luego pretendemos aliviar con, precisamente, más contenido en redes. Es un negocio redondo: causan el malestar y te enganchan ofreciéndote contenido para subsanarlo. Sabés que te hace mal estar ahí, pero el mismo tiempo no podés salir. Te destruye compararte con el feed curado (y, casi siempre, retocado) de la influencer cuya vida soñarías tener, pero no podés dejar de stalkearla y sentirte una cucharacha.
Sin embargo, hay un camino alternativo. No es el más frecuentado, pero ofrece la recompensa de saber que estamos siendo auténticas con nosotras mismas. Como explica Romi en el podcast:
“Hay gente que hace algo para ser alguien, y hay gente que ES alguien y luego hace”.
Quizá no estés lista para dejar las redes, o tal vez IG sea una de tus fuentes de ingresos, pero eso no significa que tenés que comprar con un moño la idea de hacer lo que todos hacen para tener éxito. Si la plataforma te obliga a hacer videos y a vos no te copa, no los hagas o mudate a una app que tenga más sentido para vos. Me di cuenta de esta obviedad ante los reiterados bans de IG al contenido que subo que aborda las temáticas que ahora vuelco en esta newsletter. Lógicamente, IG no empuja lo que no le sirve a él. ¿Cómo esperaba yo lograr alguna clase de engagement si todo lo que planteo va en contra de sus bases y principios? ¿Por qué le darían tracción a mis posteos sobre la dismorfia rampante que nos atraviesa y nos tiene rellenándonos con fillers la boca para imitar los labios de Bratz Dolls que promueven los filtros? ¿A quiénes les iba a mostrar mis diatribas contra el capitalismo, la crisis climática, el viejismo, el gordoodio? Era yo la que no estaba dirigiendo bien mis esfuerzos. Era yo la que no había encontrado aún la manera de comunicar efectivamente lo que me interpela. Por eso tu suscripción y lectura atenta y pausada son revolucionarias: van en contra del consumo inmediato y breve que promueven desde las redes. Elegir qué vemos nos devuelve algo del poder que hemos perdido ante algoritmos invisibles que escogen por nosotros de una manera para-nada-inocente.
Como charlamos en el podcast, en este sentido lo más honesto para conmigo es ofrecerles lo que me doy a mí misma. Y por eso esta newsletter no puede terminar sin hablar de comida. Le pregunté a Romi con qué vegetal estaba obsesionada últimamente y me mencionó el coliflor. ¡Amo el coliflor! Leído en tono de “¡adoro esta canción!” (sí, crecí con Nickelodeon). Así que, a continuación, dos recetas sencillas y deliciosas con este vegetal tan vilipendiado e incomprendido.
Antes de poner manos a la obra, recordá que con tu suscripción vas a recibir cada publicación en tu bandeja de entrada. De esta manera: a) No tenés que estar atento a las redes para evitar perdértelas y, b) También puedo yo liberarme de publicarlo en redes porque sé que les llega directamente a los que desean ser parte de esta comunidad.
Coliflor Asado, Ajo, Vinagre, Perejil y 🌶️
Esta receta totalmente vegana es deliciosa, sencilla y funciona genial también con brócoli. ¡No tengas miedo de quemar partes del coliflor! Al hacerlo vas a caramelizar los azúcares del vegetal y a realzar su dulzor natural. Para terminar el plato le agregué más chile fresco encima porque soy fan del picante. Si sos de las mías, te lo recomiendo. Es una receta platito-friendly, es decir que tranquilamente te la podrían servir en uno de esos restaurantes que sirven platitos con distintas verduras intervenidas de manera cool.
Ingredientes:
1 cabeza grande de coliflor
1/3 de taza de aceite de oliva
3 dientes de ajo asados
2 cdas de perejil picado
1/4 cdita de ají molido
2 cdas de vinagre de vino
Preparación:
Lavar bien el coliflor y cortar en rodajas de 3 cm de ancho. Los pedacitos que se desarmen y rompan obvio se usan también. Colocar en una fuente apta para horno y cubrir con el aceite de oliva. Condimentar con sal y pimienta y llevar a horno a 260 grados durante unos 15’. Tiene que dorarse e incluso quemarse en algunas partes. Al atravesarlo con un cuchillo, debe entrar con facilidad. Retirar del horno. En un bowl mezclar el ajo, perejil, ají molido y vinagre. Bañar el coliflor con esta mezcla y salpimentar nuevamente. Servir tibio o a temperatura ambiente.
Crocante de coliflor
Un intermedio entre una croqueta y una hamburguesa, muy crocante y lleno de textura porque la receta no parte de purés de ninguna clase. ¡Además es apto celíacos! Es una receta muy “a ojo” así que te sugiero que confíes en tus sentidos y la adaptes a tu gusto. También podés hacerla con brócoli, igual que la anterior.
Ingredientes:
1 taza de coliflor crudo procesado o rallado
1 huevo
1/2 taza de queso tipo mar del plata rallado, o el queso vegano que prefieras
1/2 taza de garbanzos crudos remojados 12 h
3 cdas de polenta
Preparación:
Procesar los garbanzos crudos hasta que queden bien molidos. Mezclar con el resto de los ingredientes y condimentar con sal y pimienta. Debe quedar una consistencia que te permita armar bolitas. Si está muy húmeda, agregar un poco más de polenta. Armar pelotitas del tamaño que te guste y cocinar en una sartén con apenas aceite a fuego medio. Dejarlas dorar bien antes de dar vuelta. Cuando finalmente las voltees, aplastar con la espátula hasta dejarlas de aprox 1 dedo de ancho. Terminar de dorar de ese lado y servir. Conviene dejar enfriar 5’ antes de consumir, ya que en caliente son muy frágiles.
Decir “hasta acá llega la edición de hoy” me hace sentir una Jefa de Redacción poderosa, como si estuviese en la cumbre gerencial de una importante editorial. Es hora de dejar de esperar que llegue la publicación de mis sueños y gestionarla yo misma. Llegó el momento de combinar y profesionalizar cada avión que tomé, cada comida estrafalaria que me animé a probar, cada carrera que estudié, cada año de terapia que tuve el coraje de atravesar.
Esto no deja de ser correspondencia, digital, pero su carácter epistolar me seduce mucho. Así que sabé que tus respuestas son el motor que mueve este espacio. ¿Resonaste con algun párrafo en particular? ¿Querés ampliar y te interesa mi opinión? También puede ocurrir que no concuerdes y quieras debatir, cosa que me encanta, o quizá me sugieras una temática para abordar. La comunicación en este espacio es facilísima 💛. Podés responder al correo que te llega con tu suscripción o comentar la newsletter directamente. Me haría muy feliz leerte.
¡Hasta el domingo y su correspondiente podcast nuevo!
Lu.-
I am so excited to try the crisp!!!
Excelentes como siempre tus reflexiones Luján!
Ya hice el coliflor al horno, le puse merkén, un poco porque el chile u otro tipo de ají picante me hace mal. El resultado: sublime!!!!