El ternero Pat era curioso, creativo e inconformista. Llevaba unos días atrincherado en su pupitre mordiendo el lapicero con furia. Escupía virutas entre bufidos, como quien mastica ideas duras e intragables.
Finalmente, se acercó a la maestra de un salto, como si le quemara el asiento, y le preguntó de repente: “Entonces, ¿qué es el arte?”.
La lechuza lo acompañó a la ventana del aula, que daba al huerto, con la idea de que el aire del campo le templara los ánimos. Pat se quejó a su maestra: “Ser un niño es muy difícil, porque las ideas de los adultos son demasiado contradictorias”. Ahora estaba bloqueado porque, por un lado, le decían que todos llevamos un artista dentro y, por otro, que solo se considera arte lo que se expresa con maestría, técnica y armonía. ¿Quién decide quién es un artista? ¿Cómo se sabe si mis dibujos son arte?
Andi caminó hacia el pupitre del pequeño Pat y le trajo sus lápices y papeles al alféizar de la ventana, diciéndole:
-En el trabajo encontrarás las respuestas, querido niño. No todos los críticos de arte son simpáticos, pero conozco a uno que sí lo es, Jerry Saltz, y el me enseñó que “el arte es un verbo”.¡Acción!