Sigo siendo un extranjero en este mundo tan ajeno
Mi búsqueda de bienestar empezó hace 5 minutos
“Quién sabe de dolor, todo lo sabe”. Dante Alghieri
Cuando entre él estaba sentado, seriamente obnubilado, apoyado sobre la mesa redonda del comedor, limpiando el tambor de la pistola, una calibre 22. Era negra y en los laterales tenía un color plateado brillante bastante ensordecedor. Yo estaba quieta, inmóvil, observando la escena y fantaseando con que un tiro se escapara y morir.
(Notas viejas que tengo escritas sobre mi historia)
Tendría 10 años.
Durante mucho tiempo creí que este señor era mi padre. MiPadre. Lo que eso significa.
A veces me preguntaba, ¿qué hago acá? ¿por qué me tocó esta familia?
No puede ser.
Y ese pensamiento recurrente me llevaba al siguiente:
“algo tiene que pasar para que yo pueda salir de acá”
Pasaba noches sin dormir mirando por la ventana al amanecer. Ese amanecer me daba fuerzas para creer en algo más. Sobretodo para creer que yo no era eso que me estaba pasando.
Así que ése era mi jardín en medio del dolor: creer.
Creer en alguna especie de hecho fortuito que me permitiera irme.
Por el momento estaba allí y había que aguantar y creer.
Creer que una vida mejor existía ahí afuera.
Que no sabía cómo era, pero una certeza interna se mantenía encendida.
Quizás solo era esperanza con la única función de mantenerme con vida.
Algo me mantenía con vida y me susurraba mientras me iba desconectado de mi sentir para sobrevivir.
“Corrí, loca de terror, al interior de las habitaciones, de donde por cierto, nunca me había movido” Marosa
Y los misterios de la vida, a los 15 años supe que él no era mi papá.
Y fue el alivio más grande mi vida. El hecho “fortuito” llegó. Me podía ir. Tenía adonde.
Y empezó mi búsqueda. La búsqueda de mi verdad.
La verdad que mi corazón ya sabía con certezas: si, existe una vida mejor.
Y llena de coraje y de convicción, dejé mi hogar materno y salí a buscarla.
“Si quieres la paz, prepárate para la guerra”.
Winston en John Wick
Me emociona ver a dónde he podido llegar, ahora mismo mientras te escribo, las lágrimas me recuerdan lo difícil que ha sido el camino, irme del país, soltar la violencia, empezar de cero en otra familia siendo una niña tan lastimada… sin entender nada de todas las compensaciones que mi cuerpo tuvo que hacer para sobrevivir a altos niveles de trauma.
Y desde ese momento hasta hoy pasaron 26 años.
26 años, ladrillo a ladrillo construyendo esa vida mejor, y el proceso de construcción es una secuencia, cada decisión basada en esa búsqueda: bienestar.
Bienestar. Guauu ¿existe?
¿Cómo puedo encontrar el bienestar? ¿a dónde? ¿se consigue con estudio? ¿con pareja? ¿con hijos? ¿con trabajos que den buen dinero? ¿cómo se consigue?
Sí. Busqué en todos esos lugares y mi vida algunas veces mejoraba otras veces empeoraba, pero mi intuición me seguía diciendo que había algo más
Hoy lo sé, mi desconexión no me permitía escuchar.
Y el pensamiento volvió: No puede ser que esto sea todo.
Y así empezó la segunda vuelta de mi búsqueda, ya no ir a buscar en ningún sitio… ya no…
Porque el sitio está aquí mismo, porque soy el sitio. El lugar de donde siempre escapé.
La construcción, ladrillo a ladrillo es adentro. La única construcción solvente que no se cae de a pedazos: la estructura interna.
Parafraseando a Thich, en lugar de tratar de escapar, podemos invitarnos a nuestra intimidad y examinarla de manera clara y profunda y reposar allí.
No necesitas ser aceptado por otros. Necesitas aceptarte a ti mismo dice Thich Nhat Hanh
Necesitas posar los ojos adentro, respirarte ahí.
Ahí empieza la verdadera búsqueda.
Vení conmigo si queres (mientras escucho “now we are free”):
Respiro.
Estoy viva. Construyendo un nuevo camino.
Y doy pasos hacia mí.
Respiro.
Me voy sumergiendo en la cartografía de este mundo emocional donde soy un extranjero.
Un extranjero abarrotado en un pueblo de mirada acotada.
Y caminando hacia mí me abrazan las emociones, también las palabras, ellas tan delicadas, ellas con sus mundos nuevos. Me acarician, me abrazan.
Y las lágrimas que me recuerdan…
Estoy en la página 0, otra vez, en un país nuevo. Percibiendo el aroma de esta piel que llevo encima.
Y caminan mis latidos
Sus pasos son melodía y el mundo se descompone en la punta de mis dedos
Rasgados, tanto tiempo lastimados
Desde mis manos se me confunde el cuerpo, se me borra. Soy invisible a mí misma. Pero ellas me miran. Me ven. Yo las miro, las veo, tengo mis ojos adentro.
Respiro.
Soy todo y cada parte minúsculas de ellas por separado al mismo tiempo. La emoción me recorre las aurículas como un combustible, emocionada sigo aleteando para llegar a otro lugar como si estuviera en el mar, intentando tragármelo, pero estoy navegando adentro
Y este respirar caminar esparciendo mi respiración sin miedo. Intentos para el mañana que es hoy en este mundo desconocido donde soy un extranjero.
Cada palabra, cada lágrima, le da contorno a mi piel, va tallando mis huesos de nuevo como el escultor más dedicado y más sereno y va construyendo ese espacio seguro y amoroso con el que sueño
De repente me aparecen partes nuevas, me descubro a mí misma todo el tiempo intentando no desdibujarme en la silueta de este espacio donde se deshace la vida a cada instante y me exijo ser la más fuerte en señal de protección a mi dolor, pero no lo soy
Y retrocedo, tengo miedo
Y le tomo la mano al miedo, porque sigo siendo un extranjero en este mundo tan ajeno.
Gracias por leerme,
Te abrazo con mi corazón este día