Es difícil explicar (y arreglar) la maldad.
En el período que sigue un episodio de violencia de masas y al furor del ciclo de 24 horas de noticias, se utilizan mucho las palabras “enfermedad mental” para tratar de explicar las acciones del autor. En muchos casos, la suposición de que la enfermedad mental tiene que ver con estos incidentes dirige el debate público acerca de posibles soluciones.
Esta clase de cobertura puede despertar la conciencia de lo importante que es la salud mental, pero es básicamente problemática porque a menudo difunde definiciones erróneas de “salud mental”, impone aún mayor estigma a las personas que padecen enfermedades mentales, y las soluciones de ámbito limitado que se proponen no van a producir el efecto deseado—reducir los tiroteos en masa.
¿Qué es la enfermedad mental?
Las enfermedades mentales son distintos problemas tratables que implican sufrimiento o deterioro funcional en relación al pensamiento, las emociones o el comportamiento. Algunos ejemplos incluyen la ansiedad, la depresión, el trastorno bipolar, el trastorno por estrés postraumático y la esquizofrenia.
Hay rasgos negativos y antisociales que se asocian con el funcionamiento humano típico, como la ira, el genio, la envidia, el victimismo, la impulsividad y la reactividad. Estos rasgos humanos, aunque en muchos casos indeseables y problemáticos para los individuos, las familias y las comunidades, son por desgracia comportamientos humanos normales. Aunque se pueden emplear una variedad de actividades humanas para contrarrestar estos rasgos problemáticos—a través de la crianza de los hijos, la educación, las prácticas religiosas, algunos tipos de psicoterapia, la vigilancia policial, el sistema judicial—estos rasgos no son enfermedades. El comportamiento antisocial, por ejemplo, no justifica por sí mismo un diagnóstico de trastorno de la personalidad antisocial, que implica un patrón arraigado de comportamiento predatorio y falta de conciencia que en la mayoría de los casos es difícil de tratar satisfactoriamente, pero que sí constituye una enfermedad.
Enfermedad mental y violencia de masas
Aunque los incidentes de asesinatos en masa son devastadores y conllevan trauma individual y comunitario de larga duración, los tiroteos en masa representan menos del 1% de las heridas por arma de fuego en los Estados Unidos. Por tanto, es difícil utilizar métodos estadísticos para saber con seguridad y precisión con qué frecuencia la enfermedad mental es la causante principal de un asesinato en masa.
Algunas investigaciones han demostrado que si ponemos en fila a los individuos que hicieron un tiroteo en masa en Estados Unidos, el 15-20% tenían una enfermedad mental diagnosticada antes del suceso. Los estudios que usan una definición más amplia de enfermedad mental, incluyendo declaraciones por parte de la policía o la familia después del incidente, encontraron tasas de enfermedad mental del 30-60%. Pero hay un problema con estas últimas estadísticas:
Esta información se obtiene después del hecho, y como Skeem and Mulvey dijeron elocuentemente, implica un pensamiento circular: “¿por qué ha hecho este hombre algo tan terrible? Porque tiene una enfermedad mental. Y, ¿cómo sabemos que tiene una enfermedad mental? Porque ha hecho esta cosa tan horrible.
Entre el público general, casi el 50% experimentarán síntomas de enfermedad mental en algún momento de su vida, y de entre éstos, sólo el 50% serán diagnosticados. Así que no sabemos si estas cifras simplemente reflejan las tasas de la población general. Correlación no implica causalidad.
Otro factor, del que no se habla con frecuencia, es el hecho de que mucha gente que comete asesinatos en masa emplea una considerable cantidad de tiempo planificando sus violentas embestidas. Aunque su motivación está profundamente trastornada, sus capacidades cognitivas para planificar y ordenar lógicamente sus acciones están mucho más intactas que en el caso de personas con serias enfermedades mentales.
Enfermedad mental y violencia en general
Si ampliamos la búsqueda y examinamos la violencia más ampliamente, la evidencia sugiere que la enfermedad mental no causa violencia. Estudios epidemiológicos grandes han mostrado que las tasas de violencia entre gente con enfermedad mental leve a moderada oscilan entre el 2%-4%, comparado con el 1%-3% de la población general. Uno de los estudios longitudinales más potentes, llamado MacArthur Violence Risk Assessment Study, encontró que solo un 1% de los pacientes dados de alta de un ingreso psiquiátrico cometieron un acto de violencia con pistola contra un extraño.
Asociaciones más fuertes surgen entre victimización y tener una enfermedad mental. Un estudio encontró que los individuos con enfermedad mental tienen una probabilidad tres veces mayor de ser víctimas de violencia que perpetradores. Aquéllos con trastornos del ánimo, como depresión mayor, no presentan más probabilidad de hacer daño a otros, pero sí es más probable que se hagan daño a sí mismos. Las armas se usan en el 50% de los suicidios y son responsables de ⅗ de todas las muertes por armas de fuego en Estados Unidos. Las personas con trastornos de ansiedad tienen menos probabilidad de hacer daño a otros.
Algunos estudios han demostrado que la enfermedad mental severa pronostica la violencia, incluso después de tener en cuenta el consumo/abuso de drogas. Específicamente, la gente con psicosis–síntomas muy severos como alucinaciones (oír o ver cosas que no están ahí) y delirios (pensamientos extraños y falsos)-- tienen una probabilidad 15 veces mayor de cometer un homicidio. Sin embargo, es infrecuente que los síntomas de psicosis inmediatamente precedan a un acto violento. Esto tampoco explica los tiroteos en masa, ya que la psicosis solo juega un papel importante en el 11% de los tiroteos en masa.
¿Otros factores?
Así que no todos los tiradores en masa tienen enfermedades mentales. Y la inmensa mayoría de gente con enfermedad mental no cometerá un asesinato en masa (o violencia en general). Esto sugiere que hay factores más importantes que predicen la violencia de masa. Los expertos creen que los siguiente factores, especialmente en combinación, son más predictivos:
Motivaciones particulares, como venganza o envidia. Un tipo de violencia de masa identificada por algunos expertos es la de “seudocomando”, que “mata en público a la luz del día, planifica la ofensa con mucha antelación,...llega preparado con un poderoso arsenal de armas”, espera morir durante la masacre, y está alimentado por intensa ira, resentimiento y sed de venganza.
Adopción de ideologías extremistas que promueven el uso de la violencia para conseguir objetivos personales. Hay una preocupación creciente en Estados Unidos acerca del aumento de grupos extremistas, sus influencias, y su relación con los asesinatos en masa.
Aislamiento social. Cuando la gente con éstas y otras características que les ponen en riesgo de violencia, llegan a aislarse socialmente, la combinación les pone en un riesgo aún mayor.
Tanto si uno llama a estas características disfunción o maldad, tales comportamientos no constituyen un problema de salud diagnosticable y tratable.
Un grupo de investigación de tiroteos en masa durante décadas (llamado The Violence Project) concluyó que los tiroteos en masa son en gran medida el resultado de una constelación de comportamientos que implican la acumulación de trauma infantil, una crisis identificable en un momento distinto (aparte de psicosis), la necesidad de culpar a alguien, y la oportunidad de llevar a cabo un tiroteo en masa (es decir, acceso a armas de fuego). Culpar totalmente a la enfermedad mental “esconde más que aclara el problema”.
Entre los tiroteos en masa en escuelas, en particular, el Servicio Secreto de los Estados Unidos encontró una temática similar. Aunque ellos reportaron que la mayoría de los perpetradores adolescentes tenían síntomas de enfermedad mental, pocos tenían enfermedad psicótica y prácticamente todos tenían historias de abuso (bullying) severo, aislamiento social, castigo escolar, y experiencias infantiles adversas, como abuso, consumo de drogas en casa, encarcelación de los padres, o problemas de salud mental en los padres.
Soluciones equivocadas
Los tiroteos en masa consistentemente provocan llamadas para reformar el proceso de cómo valorar y tratar a las personas con enfermedades mentales, incluyendo cambios a sus derechos legales (esto es acceso a armas de fuego) así como la construcción de más hospitales psiquiátricos que ingresen mayor número de personas con enfermedades mentales. Existe la creencia de que un sistema de salud mental adecuadamente estructurado podría identificar e interceptar de manera satisfactoria a la gente que comete asesinatos en masa, antes de que actúen.
Realmente necesitamos abordar la salud mental y nuestro sistema de salud mental en Estados Unidos. Ciertamente, mejorarlo tendrá un papel en salvar vidas y reducir las muertes por desesperación. Ayudará también con los momentos que siguen a un tiroteo de masas, incluyendo el trauma a nivel comunitario. Pero este abordaje tiene una utilidad limitada en prevenir directamente los tiroteos en masa. Los asesinos en masa son tan escasos que identificarlos antes de que actúen es como tratar de encontrar una aguja en un pajar, incluso una vez que mejoremos nuestro sistema de salud mental. Las características de un asesino en masa son compartidas por muchas personas que jamás cometerán actos así de trágicos. Necesitamos ser enormemente claros, guiarnos por datos y basarnos en la evidencia para decidir cómo vamos a cambiar el sistema de salud mental en Estados Unidos y con qué propósito.
Necesitamos tener más conversaciones difíciles acerca de problemas sociales complejos que implican aspectos culturales, legales, políticos y de comportamiento así como factores psicológicos. La ruta de vida de un asesino en masa está salpicada de puntos en los que nosotros, como sociedad, podríamos haber intervenido y mitigado el riesgo.
En resumidas cuentas
Es difícil y complejo explicar la maldad. Enfocarse únicamente en la enfermedad mental como forma de darle sentido evita en gran parte enfrentar las causas reales y más complicadas.
Love, YLE
Gran parte de este post lo escribí durante mi trabajo “de día” con mis brillantes colegas del Meadows Mental Health Policy Institute. También escribimos un documento oficial que pueden encontrar aquí.
Si quiere leer más acerca de estos temas complejos, le sugiero estos dos libros. (No conozco a los autores personalmente y no gano nada por recomendarlos, simplemente disfruté leyéndolos)
The Violence Project: How to Stop a Mass Shooting Epidemic (Amazon)
Healing: Our Path from Mental Illness to Mental Health (Amazon)
En caso de que se lo perdiera, este es un post previo de YLE sobre el tema: