Podemos reducir la violencia por armas de fuego en Estados Unidos.
Iba a esperar hasta la semana que viene para escribir sobre la violencia por armas de fuego. Como epidemióloga me dedico a diario a investigar este tipo de violencia, así que puedo compartir algunos puntos de vista. Lo de esta semana ha sido demasiado. La gente necesita tiempo para su duelo, para reaccionar, y para procesar, y yo quería dar el espacio necesario para ello. Pero estoy empezando a ver que emerge una retórica peligrosa: no podemos cambiar esto; no vamos a cambiar esto; y, no hay esperanza. Estoy aquí para decirles que eso es falso. Podemos reducir la violencia por armas de fuego en Estados Unidos. Y lo haremos. Lo vamos hacer tratando a esta violencia como el problema de salud pública que es.
Hechos previos
A veces, cambiar el comportamiento o la cultura parece imposible. Pero se pueden cambiar si lo enfocamos como un problema de salud pública.
Durante los años 60, por ejemplo, parecía imposible cambiar el uso del tabaco. La industria del tabaco tenía uno de los grupos de presión más fuertes de la historia, fumar era parte de nuestra vida diaria, y la gente era adicta al tabaco. Pero era necesario cambiarlo. Cada vez teníamos más evidencia de que el tabaco causa cáncer, y se empezaron a conocer los peligros en los fumadores de segunda mano. Así que lo tratamos como un problema de salud pública. Y conseguimos hacerlo sin prohibir el tabaco, sino a través de un esfuerzo consistente y coordinado que abordaba el problema de salud pública desde múltiples ángulos. Lanzamos enormes campañas de educación, pusimos advertencias en los cartones de tabaco, se aprobaron políticas nuevas (estableciendo áreas de fumadores y no fumadores), encontramos maneras de ayudar a la gente a controlar la adicción, y mucho más. Esto llevó a un descenso del uso del tabaco de aproximadamente dos tercios en más de 50 años desde que el primer informe del Director General de Salud Pública alertara de las consecuencias del tabaco. En 2018, el número de adultos fumadores alcanzó su cifra más baja de la historia, un 13,7%.
Las muertes por accidentes de coches también parecían imposibles de cambiar. En 1913, 33 personas morían por cada 10.000 vehículos circulantes. Pero sabíamos que eso no era aceptable. Así que se hicieron cambios a nivel de salud pública. No se prohibieron los coches, pero se hicieron más seguros ( por ejemplo, intermitentes, tecnología para cámaras de respaldo, y alarmas); hicimos que los conductores fueran más seguros ( con cinturones de seguridad y airbags), y que los pasajeros fueran más seguros (los asientos para niños). Y se lanzaron enormes campañas de educación. Hicimos pequeños cambios progresivos que fueron añadiendo mejoría. En 2020, la tasa de mortalidad fue de 1.53 por 10.000 vehículos, un 95% de mejoría respecto a 1913.
Más recientemente, COVID19 parecía imposible de conquistar. Era un virus nuevo, estaba fuera de control y matando a muchas personas en sus comienzos. Pero echamos mano de todas las disciplinas de la ciencia y la industria, invertimos en innovación, peleamos la desinformación y mucho más. Como resultado, se han salvado un millón de vidas con las vacunas de COVID19 en Estados Unidos. Esto ha sido un éxito de salud pública sin precedentes. Nunca alcanzaremos cero muertes por COVID19, pero podemos seguir acercándonos mejorando nuestra infraestructura de salud pública, siguiendo nuestros esfuerzos de educación y comunicación y desarrollando mejores herramientas (como vacunas de segunda generación).
Todos estos problemas se trataron como problemas de salud pública, y se pudo hacer un progreso inimaginable combinando ciencia, educación, política, apoyo a la causas e innovación.
Cambiar la situación con las armas de fuego
Es difícil ver que hemos hecho algún progreso con las armas de fuego, pero lo hemos hecho. La idea de que nada cambiará porque ya hemos visto esto antes no es cierta. Después de Parkland, una ola de apoyo generada por estudiantes de preparatoria resultó en la aprobación en 19 estados (incluyendo Florida) y DC de órdenes de protección de riesgo extremo, algo que ha salvado vidas. Después de Sandy Hook, Connecticut aprobó una ley de permiso que ha salvado vidas, y otros estados también tomaron diversas iniciativas, como Maryland, New York y Colorado. Aunque las propuestas se quedan cortas, mejoran las cosas y lentamente nos acercan a un mundo más seguro.
A nivel estatal, vemos el impacto positivo de las leyes más restrictivas. Un artículo reciente de BJM encontró que los estados con leyes más restrictivas han reducido la tasa de tiroteos en masa. Esto era así incluso después de dar cuenta de otros factores a nivel estatal que pudieran explicar la relación, como ingresos, educación, raza, familias con mujeres como cabeza del hogar, pobreza, desempleo y tasas de encarcelación. Hay una creciente división entre estados restrictivos y permisivos, como pueden ver en el gráfico siguiente.
Pero incluso en los estados que no aprueban políticas al respecto, se puede hacer algo. Hay un número de intervenciones de salud pública que se pueden implementar todavía:
Invertir en monitorización de datos. Una de las cosas más al alcance es mejorar nuestro sistema de datos. De malos datos salen malas políticas. Necesitamos tener un entendimiento completo de los patrones para tomar decisiones guiadas por datos y basadas en la evidencia, en las poblaciones donde sea necesario.
El almacenamiento seguro ( asegurarse de que su arma está bajo candado y no accesible a otros) es una de las cosas más importantes que podemos hacer para reducir el riesgo de suicidio y homicidio por armas de fuego, especialmente entre niños. Un estudio de violencia por armas de fuego demostró que el 82% de los niños utilizó un arma perteneciente a un miembro de la familia, generalmente un padre. Muchos padres no creen que esto sea un problema porque creen que sus armas están suficientemente bien escondidas. En otro estudio, entre padres propietarios de armas, que reportaron que sus hijos nunca habían sujetado las armas en casa, el 22% de los niños, preguntados separadamente, dijeron que sí las habían sujetado. Podemos educar a los padres, y podemos facilitar lugares de almacenamiento en la comunidad. Podemos avanzar en este terreno. Y los propietarios de armas pueden ayudar. De hecho, estoy llevando a cabo actualmente un estudio con colegas en el que estamos trabajando con campos de tiro y tiendas de armas para educar en los puntos de venta. Quieren ayudar y están increíblemente motivados y ofreciendo soluciones en las que jamás hubiéramos pensado.
La filtración de los planes es otro punto de acción. Entre los tiradores en masa, el 44-55% filtran sus planes en redes sociales o diciéndoselo a amigos o familiares. De entre los tiradores en escuelas, un 78% filtraron sus planes. El momento de la filtración es crítico para intervenir y prevenir la violencia por armas de fuego. Si mejoramos el conocimiento de estas filtraciones (qué buscar, qué es dañino y qué no lo es) y creamos oportunidades para reportar estas amenazas de violencia, podremos prevenir algunos tiroteos en masa. Algunas redes estupendas se han establecido ya, como Say Something, que se creó después de Sandy Hook.
Financiación. Hay muchas, muchas más intervenciones que tienen el potencial de reducir los tiroteos en masa, así como otros sucesos por armas de fuego como suicidios o heridas accidentales. Sin embargo, los investigadores y las agencias de salud pública necesitan apoyo para explorar de forma rigurosa soluciones innovadoras y eficaces. Tras décadas sin financiación (lea la historia frustrante de mi post previo), en 2020–por primera vez en 25 años–nuestro presupuesto federal incluyó 25 millones de los CDC y del NIH para investigar muertes y heridas por armas de fuego. Aunque éste es un gran paso, no es suficiente. Un estudio en 2017 estimó que necesitamos 1.4 billones para contener la epidemia por armas de fuego en conjunto (tiroteos en masa, así como homicidios y heridas accidentales). Para dar contexto, NIH recibe 6.56 billones para investigación en cancer.
También sabemos que hay un número de cosas que no funcionan. Por ejemplo, sabemos que soluciones basadas en reformar el sistema de salud mental no tendrán el resultado esperado en tiroteos en masa (hablaré más en detalle de esto la semana que viene). Otras soluciones pueden que hagan más daño que beneficio, como los simulacros de tirador activo en las escuelas. Necesitamos guiarnos por datos, basarnos en la evidencia, y más importante, trabajar con todas las partes interesadas en cada comunidad, para que cuando tengamos una potencial solución, la participación sea alta.
En resumidas cuentas
Hemos sido capaces de hacer cosas inimaginables y salvar millones de vidas cuando abordamos los problemas desde el prisma de la salud pública. Necesitamos estar de luto por esta tragedia, pero no perder la esperanza. El cambio es posible, y tenemos que pelear por ello.
Volveré la semana que viene con más estadísticas y más sobre lo que nos muestra la ciencia. Cuídense y cuiden a sus seres queridos este fin de semana.
Love, YLE
En caso de que se los perdiera, aquí tiene un post anterior: