La respuesta a la pregunta de la cabecera es muy sencilla: para nada. O casi.
En mi última newsletter te hablaba precisamente de esto.
Me quejaba, porque todos tenemos derecho a la queja y a la pataleta, pero cuando menos tiempo pases en ese estado, mejor.
La queja agota.
La queja aburre.
No se puede vivir todo el día en el modo queja.
Quién no tiene momentos en los que quiere enviarlo todo al carajo e irse al campo, tener gallinas y sembrar patatas…
Que huevos y patatas oye, quien más quien menos… con eso se come.
A mis equipos (y a mi misma) nos permito las quejas un rato. De hecho, lo animo. Diez minutos. Pasado ese rato, pon tu cerebro en modo construcción.
Hace un tiempo, trabajando en una implantación, una persona del equipo al que ayudaba, empezó a quejarse:
¡Esto es una mierda! ¡Así no pueden hacerse las cosas!
A los 30 segundos, toda la sala estaba con la misma cantinela… la queja se expande y ocupa un espacio precioso… contamina… es tóxica.
En lugar de decirles que bastaba ya… les animé. Me puse en medio de la sala y empecé a hacerlo yo mientras iba levantando la voz:
Vale.. Venga, vamos a quejarnos. ¡¡Son todos unos hijos de puta!! ¡¡ESTO ES UNA PUTADA!! ¡¡VAYA MIERRRDA!! ¡¡ASÍ NO SE PUEDE TRABAJAR!! ¡¡¡PANDA DE CABRONES!!!
… Se callaron, empezaron a mirarme … y seguí:
Ale, ya… ya nos hemos quejado, ¿no? Pues a trabajar. ¿Para qué os vale la queja? Para nada. Para relajarnos. Para explotar un rato. Pero el problema no desaparece mágicamente por hacerlo… Así que… A ver qué podemos hacer para mejorar la situación.
Y sí, funciona.
El quejarnos un tiempo limitado sobre algo, va bien porque nos ayuda a despejar y a vivir esa emoción. No se trata de cortar esa frustración, si no dejar que nos pase, nos atraviese, que la vivamos sin regodearnos en ella… Al menos no mucho.
La queja constante es insufrible.
Con que seas consciente de que sí, puedes quejarte, pero luego hay que ponerse manos a la obra para sacar lo que sea que te ha frustrado adelante… a mi ya me vale.
Diez minutos. Luego, entra en modo construir. En modo “remar juntos con el mismo objetivo“. Eso son los equipos de trabajo. Al final, lo que se busca es hacer algo de forma conjunta que ayude y que no destruya. Y con alguien que se queje de forma constante, es imposible hacerlo.
¿Habéis tenido algún compañero que esté en modo queja de forma constante? Me encantará leeros… así que si queréis dejar algún comentario o enviarme un privado, no dudéis en hacerlo.
Nos leemos pronto. Un abrazo.